domingo, 6 de octubre de 2013

CONFETI DE PALABRAS por Eréndira Ramírez.



Érase una vez una vida que pertenecía a alguien que no la merecía.

La vida se afanaba día tras días por ofrecerle un motivo para sonreír, para agradecer y el dueño solo buscaba en ella los infortunios, las desdichas,siempre había algo que reprocharle.

Era difícil compartir con este ser, no era perfecta, tenía tintes amargos, no lo ignoraba, pero se sabía también poseedora de tanta magia y belleza qué admirar y no lograba que su dueño lo notara. ¡Que frustración!

Ella ofrecía la grandeza de una luna llena cada mes, el gozar una puesta de sol, la belleza de una flor, la sensación de un beso, de caricias, de sentir amor...

Perdida la mirada el individuo solo buscaba fantasmas de rencor, de amargura, vivía en el lado oscuro de esa vida.
Lo que más entristecía a esta vida era que siendo dúctil, transformable, con tanto potencial, su dueño se empecinara en verla insignificante, mezquina,inútil.

Desafortunada que fue esta pobre vida, desperdiciada inconscientemente, cuando tantos seres humanos luchaban contra la adversidad por conservar la suya.

¡Quién pudiera preguntarle a la vida, si se ha sido justo con ella, si se le ha dado el valor que merece!

¡Quién pudiera agradecerle y despedirse de ella sintiéndose con la mente y el corazón tranquilos de haberla vivido con pasión, con buena voluntad, con amor!

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