domingo, 14 de mayo de 2017

Poesía de Margarita Michelena



A MI HIJO SIN VIDA

A veces, en la noche,
debajo de mis párpados
que se tienden igual que un muro sobre mí,
grandes y espesos,
y que me separan radicalmente del mundo,
sueño que tengo un hijo.
     Un niño que no ríe.
Extranjero en la tierra.
Serio y leve.
Hecho de una materia que es transición perfecta
Entre la viva carne y entre el agua que huye.
     Cuando nace, igual que desprendido del propio corazón,
cuando lo veo
con sus manos inhábiles al juego,
con sus ojos, que surgen fabricados
de un elemento fantasmal, y se acoge a mis brazos
como bajo la sombra de un árbol grave,
y oigo su voz, ausente,
diciéndome que no es vivo ni muerto,
pero que es,
me duele intensamente,
mucho más que si fuera el hijo de mi carne.
     Y entonces ejercito en él,
que es blando y débil
y extraño a lo terrestre,
la infinita, la amarga,
la escondida manera que yo tengo de amar.

Gracias a Carlos por su excelente sugerencia.



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