domingo, 15 de septiembre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



No siempre las cosas salen como uno quiere. Nuestros actos a veces lleven una intención muy distinta al resultado. Buscamos un fin, y nos topamos con otro. Tan solo al comunicarnos nos encontramos con que la interpretación de nuestras palabras es distante de aquello que pretendíamos manifestar.

Resulta difícil aceptar que nos equivocamos, pero los errores dependen de muchos factores que no son tan solo los propios, sino de las circunstancias que nos rodean. De cómo dimos a entender nuestra intención, del tono de voz, de nuestra mímica, del momento en que lo hicimos. También depende de quien fue el receptor de la acción, del estado de ánimo, de la empatía entre quienes interactúan. En fin, de tantas y tantas variables que no queda muchas veces a nuestro alcance controlar.

Esforzarse por construir y finalmente ver desmoronarse aquello ante nuestros ojos, sin llegar a saber muchas veces en que se falló. Darse en cuerpo y alma a alguien y no recibir sino desprecio o indiferencia, es experiencia común que casi nadie deja de vivir en carne propia. No todo esfuerzo se ve coronado con el triunfo de haberlo logrado, quizá eso es lo que hace esta vida un reto continuo a seguirlo intentando, y lo que nos permite mantener los pies en el suelo, auto reconocernos con limitaciones y humildes ante ellas.

Y sin que la vida sea tan fácil, para que uno más uno siempre sean dos, tendremos que encontrarle la cuadratura al círculo, con una serie de repeticiones que nos lleven a encontrar lo que deseamos. Habremos de reunir un sinnúmero de decepciones, sin dejarnos abatir y flagelarnos por ello. De igual modo, habremos de hacer valer nuestros aciertos y esmerarnos en acumular experiencias que fortalezcan el alma, que nos vayan dejando algo de sabiduría para degustar las mieles de la vida. Para no perpetuar el amargo que nos deja esta amalgama de mil sabores que nos ofrece el vivir.

No siempre obtendremos lo que pretendíamos, pero nunca esfuerzo alguno por un noble fin, habrá de ser causa de arrepentimiento o desilusión, que trastorne nuestra vida, o le impida resurgir a la voluntad de volver a intentarlo.

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