domingo, 13 de octubre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Cada uno es responsable del curso de su propia vida. Que nos vaya bien o  mal, no depende más que de nosotros mismos y nuestras circunstancias, circunstancias que pueden ser hasta cierto punto modificadas por nuestra actitud, por nuestra capacidad de enfrentar las malas, y de mejorar y valorar las buenas,

No desviar culpas hacia otros, no adjudicar responsabilidades a los demás de lo que no hemos sido capaces de resolver, de aquello que no nos atrevemos a aceptar como errores propios. Algo que en una actitud por demás infantil, adjudicamos a un tercero para liberarnos de remordimientos, y exonerarnos de cualquier cargo moral.

Esta actitud, que en ocasiones se convierte en estilo de vida, si bien nos libera temporalmente de la responsabilidad, no es remedio adecuado, ni definitivo alivio. Una y otra vez estaremos siendo víctimas de nuestra cobardía para aceptar que somos los artífices de nuestra realidad, y que si alguien interfirió en esa obra, fue porque se lo permitimos, o porque no fuimos capaces de impedir que lo hiciera. Porque nos dejamos suplantar por incapaces, y terminamos sintiendo que de cualquier manera lo hubiéramos hecho mejor,

La vida es tan valiosa, que requiere de mucho valor para enfrentarla, no acepta cobardías, no puede vivirse a expensas de lo que los demás hagan. Es demandante, exige que cada quien tenga el arrojo de lidiar con sus fantasmas, de retarse a si mismo día a día y de reconocerse vulnerable. Al mismo tiempo, con la posibilidad de no flaquear y resurgir con entereza del embate. De aceptar errores y sus consecuencias con tal sensatez, que nos dé la claridad suficiente para buscar las soluciones reales. No tan solo hacerlos ver como  ajenos para un reencuentro posterior aún más difícil de afrontar.

Nadie es culpable de nuestra infelicidad. Hasta donde lo permitamos otros nos dañarán. Todo depende de nuestras decisiones, de la actitud que asumamos ante lo que la vida nos depare. Está en relación con la aceptación de nuestros errores tanto como de nuestros aciertos. Hacer de nuestra conciencia el mejor espejo, y de nuestro corazón la mayor fortaleza, nos hará conseguir esa paz espiritual...la mejor aliada en este paso por la vida terrenal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario