La Gran Plaza duerme. Al despliegue del alba comienzan a
escucharse los primeros rumores citadinos.
Desperezan las campanas sus pesados metales. El Bravo rompe la
húmeda modorra del sereno.
Algún ave frágil, tempranera, apenas si agita los carrizos
al posarse en ellos.
Desde la ribera verde que hermana dos naciones canta el viento, para anunciar la vida más allá de los afanes por separarlas.
Los grillos exhaustos de llamar al amor toda la noche, mudan sus
vigorosos saltos por un andar cansino. Al
caer el día habrán de retomar su serenata.
Cual parvada de oscuras golondrinas se va desgranando --poco a poco--, la
mancha urbana.
Ocurre el milagro de un nuevo comienzo. Al menos por este
día.
Frente al reloj de arena con su implacable paso, apuro un
trago de ferviente esperanza:
¡A vivir
por hoy!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario