domingo, 5 de diciembre de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Enfrentar los miedos, quizá es una constante en nuestra vida. Miedo a tomar las decisiones incorrectas, miedo a haberlo hecho bien y no ser comprendido. Miedo a lo que nuestras decisiones impliquen para los demás, miedo a que nuestra propia autocrítica y la de los demás nos juzgue severamente y nos condene sin piedad. Miedo a no poder escapar de los esquemas preestablecidos para poder soñar. Temor a que nos juzguen locos, porque nos dé por cantar, por bailar a un ritmo que ya no es el de nuestra edad, por atrevernos a gritar la injusticia, por dejar de seguir las líneas trazadas y rebelarse con aires de juventud, cuando nuestro cuerpo revela imprudentemente nuestra edad.

¿Hasta dónde atrevernos y dejar a un lado los prejuicios?¿Hasta dónde fijar el límite de nuestra libertad? ¿Hasta dónde perder el miedo sin perder el juicio y el bien actuar?
Mantener la cordura es muchas veces haber ahogado sueños, ser juicioso es acallar a veces las inquietudes que desechamos por considerar inconvenientes, inadecuadas, no propias a lo que de nosotros se espera, al camino que nosotros mismos trazamos, salirnos por el impulso y quizá regresar arrepentidos.
No todo lo que anhelamos sería lo que más felicidad nos daría. Algunos arriesgan y triunfan, otros terminan frustrados y con repercusiones que les hacen difícil o imposible regresar a lo que era trayecto reconocido.
Por eso a veces, la felicidad hay que conseguirla con lo que tengamos a la mano, sin ir contra nuestros principios, sin desear lo que no nos tocó vivir, sino viviendo lo que nos corresponde, con toda la pasión y el amor que nos sea posible.
Para eso son los sueños, la fantasía, la magia de nuestra mente, para transportarnos a otros mundos, a otras realidades con la posibilidad de regresar a nuestra vida indemnes, y alcanzar por un momento la dicha que en la realidad locura fuera.
¿Llamarías a esto cobardía...?

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