viernes, 14 de mayo de 2010

PALABRA DE MAESTRO

CONTRALUZ Mayo 16, 2010

María del Carmen Maqueo Garza


Si nos preguntaran acerca de nuestro maestro preferido, quizás nos remontaríamos a los años de educación primaria para mencionar aquél que influyó de manera particular en lo que ahora somos como adultos. Antes de proseguir me disculpo por omitir eso de "maestros y maestras" que me provoca escozores; entiéndase que el término "maestros" abarca ambos géneros.

Bien, en mi caso la maestra que más influyó en mi vida fue la de quinto año, Hortensia Bolívar; a través suyo descubrí que la palabra escrita y yo seríamos las grandes cómplices por siempre. La casa paterna hizo lo suyo, siendo hija única en un hogar con dos adultos, me apuré a leer y a escribir a temprana edad para estar a la par de mis padres quienes se sentaban en un ritual solemne a leer; la versión matutina del ritual correspondía al periódico, y la vespertina, siendo ambos grandes lectores, a la novela en turno, o a la revista "Paris Match" de mi madre.

Volviendo a la influencia que puede tener un maestro en la vida de un niño: Que en mi hogar me facilitaran la lectoescritura y me reconocieran por ello era lo esperado, pero de eso a toparse con un personaje fuera de la familia que adivina en nuestra persona un talento del que no estábamos muy conscientes, hay una gran distancia. Cuando mi seño Hortensia me dio el espaldarazo frente al grupo convirtiéndome en revisora oficial de Ortografía de los casi cincuenta cuadernos de Español de aquel numeroso grupo, en realidad me lo daba para la vida misma. A partir de entonces yo asumí que ella tenía la razón, y que la palabra escrita y yo debíamos de comulgar desde ese momento hasta la eternidad. Por tal razón me he propuesto –en su honor—continuar buscando mi propia voz, misma que creo que finalmente voy encontrando. Su fe en mí fue tal, que pese a los tropiezos y a la falta de apoyos que históricamente padece la provincia en cuestiones artísticas, yo nunca he desistido. Por el contrario, parece que cada nuevo tropiezo me infunde mayor ánimo para seguir adelante.

En fin, lo anterior –personalísimo, reconozco— es una expresión de elemental justicia para esa maestra que hizo del desarrollo de cada una de sus alumnas un propósito de vida; ella que optó por no formar una familia propia, sin lugar a dudas halló entre nostras, generación tras generación, la realización alternativa y finalmente exitosa de su maternidad. Quienes fuimos sus alumnas la recordamos como la maestra siempre pulcra, exigente, y justa a carta cabal. ¡Vaya que si para ganarse un crédito en su clase había que trabajar!

El escenario actual para nuestro México es complicado: Tenemos niños que en buena parte provienen de familias monoparentales, compuestas, o en las que ambos padres trabajan fuera del hogar. La situación económica así lo demanda, y no hay de otra, sin embargo ello representa que ese niño quede a la deriva en diversos aspectos que tienen que ver con la formación de su autoestima. De alguna manera el tiempo que la madre pasa con él no es suficiente ni de calidad, para que el chico se sienta apoyado y atendido. Esta mujer, y más si es madre y padre, recurrirá a uno y mil artilugios para satisfacer las necesidades primarias de la familia; empero van quedando huecos emocionales que a la larga cobran factura, como lo venimos descubriendo ahora con dolor.

Nuestros niños muchas de las veces están a la deriva, o bien toman por modelos elementos poco recomendables, ya de medios electrónicos, fundamentalmente la televisión, o del entorno que pueden ir desde amigos de la edad hasta adultos con rasgos de patología social. Colateralmente no se crea ese nexo tan necesario entre el hijo y las figuras parentales, que facilite la detección oportuna de conductas de riesgo; al no existir una corriente de comunicación abierta el chico puede tomar malas decisiones para su vida. Por otra parte la actividad sexual temprana con sus riesgos de diverso orden es un modo de buscar suplir aquellas carencias afectivas añejas.

Es en este escenario donde la figura del maestro juega un papel más importante que nunca en la historia; él llega a ser en buena medida la autoridad sustituta que conoce, evalúa y corrige la conducta de los alumnos. Quizás sea ese personaje clave cuya actitud positiva hacia un alumno pueda marcar su vida para siempre.

Maestros: Deseo para ustedes que a la vuelta del tiempo sus alumnos recuerden a cada uno como el mejor maestro, así como yo ahora recuerdo y bendigo a mi Seño Hortensia todas las mañanas, cuando me siento a gozar la magia de la palabra escrita.


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