Contéstale, no le informes.
Protégelo, no lo cubras.
Ayúdalo, no lo reemplaces.
Abrígalo, no lo tapes.
Ámalo, no lo idolatres.
Acompáñalo, no lo lleves.
Muéstrale el peligro, no lo atemorices.
Incorpóralo, no lo aísles.
Aliéntalo en sus esperanzas,
No lo desencantes.
No le exijas ser el mejor, pídele que sea
bueno y dale tu ejemplo.
No le prodigues amor, rodéalo de amor.
No le enseñes a ser, sé tu como quieres que él sea.
No le dediques la vida, vivan todos.
Recuerda que tu hijo no te escucha, te mira.
Y finalmente, cuando se rompa la jaula del
canario, no compres otra jaula,
Enséñale a vivir sin puerta.
Tomado del blog http://diarios.izcallibur.com/siguelboim/
de Susana Sigelboim. Tel Aviv, Israel.
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