UN SUERO A LA Mc CARTNEY
En el curso de esta semana, como parte de su gira “On the run”, Paul Mc Cartney se presentó en Guadalajara y en la ciudad de México. Por causas no especificadas Ivonne Ortega canceló la presentación programada para Chichén Itzá.
Quienes conocimos al cuarteto de Liverpool en nuestros años de infancia o juventud, no podíamos dejar de presenciar alguno de estos conciertos durante la gira del ex Beatle considerado, según algunas fuentes británicas, el compositor cuya música ha alcanzado mayor difusión a nivel mundial a lo largo del tiempo, seguido por Mozart y por Johann S. Bach, un dato que jamás hubiera imaginado.
Muchos pudieron asistir a alguno de los dos conciertos de paga que se llevaron a cabo. Para el resto de los amantes de este género musical la oportunidad se dio la noche del jueves, cuando Mc Cartney ofreció un concierto gratuito en el Zócalo de la ciudad de México, con una asistencia que se ha calculado cercana a los 200,000 y, como señala Sergio Sarmiento, posiblemente la mayor concentración humana de todos los tiempos en el Centro Histórico. Eso sin contar con quienes, gracias a la magia del Internet y el patrocinio de una firma embotelladora, pudimos seguirlo desde la comodidad de nuestra casa.
Sir Paul hizo clic de inmediato con el público al cual se dirigió inicialmente en español, y al que en diversos momentos del concierto invitó a interactuar con él, en lo que fue una presentación de poco más de dos horas de música continua, que tuvo sus momentos espectaculares, como cuando intervino el mariachi para acompañarlo a cantar “Obladi Oblada”, o durante la parte final cuando hicieron su aparición los fuegos pirotécnicos para dar un realce espectacular al evento.
Vía Internet pude seguir al mismo tiempo distintas impresiones a través de redes sociales. Hacia el final el tuitero @carlostomasini subió un comentario que a la letra dice: “...y tooodos los TT de México son sobre Paul McCartney... y sin bots!”, expresión que atrapa la sensación que se dejaba sentir por parte de aquellos cientos de miles de seres humanos concentrados en un punto geográfico de nuestro suelo, con un solo fin: Escuchar, divertirse y cantar.
Debo confesar que en varios momentos de particular oscuridad, únicamente destacando al fondo el escenario con los cantantes, yo me llegué a preguntar si acaso los ingleses no se sentirían vulnerables, con temor. Imaginé cómo habrían sido los controles para permitir el acceso a la plancha del Zócalo, pero a la vez dudé hasta qué punto alcanzarían a regular la presencia de personas en los innumerables inmuebles que rodean al Zócalo por tres de sus lados. El despliegue fue de 4,500 uniformados, pero aún así se antoja insuficiente.
A raíz del comentario de @carlostomasini vinieron a mi mente algunos momentos personales similares a éste, cuando el arte nos envuelve con su magia para transformar el tiempo en algo etéreo e inolvidable. ¡Cuánto bien estaba haciendo para nuestro imaginario colectivo aquel concierto que tantos miles de mexicanos nos hallábamos compartiendo de una u otra forma!
La palabra escrita nos cansa; los medios nos abruman; las noticias nos petrifican. Justo esta semana se publica que niños de primaria en el estado de Campeche grabaron durante la hora de recreo un video de contenido sexual dentro de su salón de clases, hecho que trascendió cuando el mismo comenzó a circular en la red. Dos días después se da a conocer el suicidio de un niño poblano de nueve años víctima del bullying, cuya madre ya había denunciado el hecho ante el director de la escuela, pero nada se hizo… Llega un momento cuando el espíritu se repliega ante tantas noticias terribles, que a todos nos dañan como sociedad. Vivimos unos tiempos cuando el conteo de cadáveres en territorio nacional se da a conocer cada mañana con tanta naturalidad como el estado del tiempo, a grado tal que se nos va agotando la capacidad de asombro, y dejamos de asimilar en su debida magnitud la gravedad de los hechos.
En torno a figuras públicas como Paul Mc Cartney se teje un sinnúmero de leyendas. Con respecto a gastos de la cuenta pública siempre habrá señalamientos. Pudiéramos objetar lo caro del evento imaginando cuántas necesidades de primer orden pudieron haberse solucionado con lo que se invirtió en la realización del mismo. Esta vez yo sería la primera en abstenerme de hacer señalamientos, pues en realidad, con la cobertura que se dio a nivel nacional, lo encuentro como un suero vigorizante para todos los mexicanos, que nos permite prepararnos para no dejar de creer en un país constituido por gente entusiasta, alegre, “entrona”, que sabe conmoverse con la música, siempre dispuesta a luchar por la paz y por la sanidad mental de todos.
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