En esta ocasión descubrimos en Chico Sánchez, fino amigo, extraordinario fotógrafo, una nueva faceta: La de escritor. Me platica que mientras trabajó para la Agencia EFE cultivó este quehacer; para mí es una grata sorpresa que hoy me place compartir con ustedes.
Hace sólo unos días sucedió algo que me dio una gran lección sobre la vida y la muerte. Mientras caminaba por una de las calles de mi pueblo un golpe fuerte sonó sobre mi cabeza. Se trataba de un disparo con una escopeta de balines impactando con las hojas de un naranjo. Oí pájaros revoloteando y a mis pies cayó un gorrión casi muerto. Si bien el disparo no le había matado el pequeño ser agonizaba. Lo tomé en mis manos y lo llevé rápidamente a mi casa, mis padres tienen dos pájaros y por ser gente criada en el campo pensé que quizá podríamos salvarlo. Como veis en la foto llegó muy mal. Casi muerto.
Dicen las personas del campo que a los gorriones hay que mojarles las patas con agua para reanimarlos. Tras un buen rato logramos hacerlo. Le pusimos de comer y de beber pero el gorrión se negó a hacerlo, es como si hubiera aceptado su muerte. El veterinario no estaba abierto hasta el día siguiente así que probamos con los remedios que conocíamos. Tras un rato logramos reanimarlo, logró moverse y se metió bajo los muebles. Cuando lo vimos recuperado lo llevé al árbol de donde cayó, probablemente ahí estaba su nido y sus padres lo cuidarían. Por estar tan débil cayó del árbol y fue a esconderse debajo de un coche. Unos gorriones nos sobrevolaban, probablemente eran su familia. Alguna vez, cuando no están heridos, la familia los recoge de nuevo. Segundos después, mientras lo observaba, un gato negro se acercó frente a frente para devorarlo. El pájaro entendía que su momento había llegado y no hacía nada por huir del gato, ambos se miraban en un momento que paradójicamente es natural. En ese momento me vi contemplando la sabiduría de los animales ante la muerte y su aceptación hacía ella como algo natural. En ningún momento tuve una sensación desagradable cuando vi al gato y al gorrión frente a frente, ambos aceptaban las cosas como son. En ese momento pensé que debí dejar el ciclo de la vida seguir su curso y marcharme, pero pudieron más mis ganas de salvarlo, me interpuse entre el felino y él, lo tomé en mis manos y lo llevé de nuevo a mi casa donde seguimos cuidándolo.
Por no comer ni beber, cada vez estaba más débil. La situación me hizo entender que la muerte es algo natural y parecía que nuestros esfuerzos probablemente no servirían. Su estado físico era tan débil que no sobreviviría. Por otro lado me dio pena del hombre que apretó el gatillo, probablemente esta persona no es consciente de que al destruir la vida está destruyéndose a sí mismo. Un día su conciencia despertará y entenderá qué muerte tan injusta dio a estos animales. No mató por necesidad, ni para alimentarse, ni para defenderse, mató por matar. La caza es, cuando no se hace por necesidad, una de las actividades más inhumanas que existen. Pensé en lo bueno que sería si estos niños en lugar de ser enseñados a matar a los animales que permiten su supervivencia, fueran enseñados con una cámara en la mano a observar y contemplar las maravillas de la naturaleza.
Al final, no pudo ser. Al llegar la noche murió. Después de un rato la vida abandonó a este pequeño mientras estaba en mis manos intentando darle calor. Por lo menos tuvo un final digno y su muerte servirá para crear conciencia entre los que lean este blog. Aunque sabíamos que probablemente no sobreviviría lo intentamos hasta el último momento. Creo que a todos nos quedó la pregunta de por qué matan por matar, quién da ese poder a quién. Sin ninguna necesidad, sin ningún motivo, este pájaro, como tantos otros animales y plantas perdió la vida sólo para entretener a alguien que no tiene conocimiento de que lo que hace a este pájaro se lo hace a él mismo y a sus descendientes.
Los animales que conviven con mi familia son enterrados juntos. En un lugar escogido en el campo están todos y así los podemos visitar. Este gorrión, que formó parte de nuestra familia, ya está enterrado allí. Ojalá la muerte de este pájaro sirva para que las personas que cazan o apoyan la cacería cambien la escopeta por una cámara fotográfica y perpetúen en imágenes las maravillas de la vida animal y la naturaleza. Los animales no necesitan mausoleos, ni placas, ni títulos póstumos, ni homenajes, ni misas, ni ceremonias. Los animales vuelven a la naturaleza a la que pertenecen. Para ellos, como la vida, la muerte, es algo natural.
Visita el trabajo de Chico Sánchez en: http://www.chicosanchez.com/espanol/
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