DESDE EL CORAZÓN
México
ha vivido una semana de particular agitación a raíz del asesinato a mansalva de
Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán. Joven esposo y padre,
idealista en sus propósitos, postulado por la vía independiente y que llegó al
cargo provisto de grandes simpatías de los que serían sus gobernados.
Igualmente lo hizo dispuesto a enfrentar de forma directa al crimen organizado
que, desde tiempo atrás, tiene asolada buena parte del estado michoacano.
Lo
que ha surgido entre los mexicanos durante la semana ha sido sorpresa,
incredulidad, indignación, así como ira y hartazgo frente a la deficiente seguridad
pública en muchos estados de nuestro país. Conforme pasa el tiempo sentimos
nuestras libertades coartadas, en tanto somos sujetos a mayores restricciones
para llevar a cabo una vida productiva y satisfactoria. Lo más concreto hasta ahora es la
organización de una marcha convocada por los jóvenes de la generación “Z” para
el próximo 15 de noviembre en muy distintas localidades.
Detrás
de todo esto se percibe un afán de poder desmedido, que lleva a un individuo al
extremo de matar a otro ser humano que estorba a sus intereses, así nada más,
como en un juego maligno. Frente a ello, habría cada uno de nosotros de
emprender una revisión personal y analizar hasta qué punto nuestra actitud ha
contribuido a ese estado de cosas. Hasta dónde olvidamos que somos seres
espirituales en una coraza material por un tiempo corto, y que nuestros
propósitos en este plano terreno deben ir más allá de la simple satisfacción de
los sentidos, la adquisición de poder o la ambición desmedida. Y que, si nos
regimos por estos afanes solamente, nunca nos vamos a sentir plenos, pues
siempre habrá allá afuera algo más que se desea.
El
budismo postula seis perfecciones trascendentes que vale la pena traer a
colación. Constituyen el camino del Buda que se va formando interiormente hasta
alcanzar un punto ideal. ¡Cuánto contrastan estos principios con los afanes que
hoy en día tanto nos contaminan! Tenerlos en cuenta para modular nuestra forma
de ser y de actuar en el mundo, constituye un buen referente.
Generosidad,
disciplina, ética; paciencia, perseverancia, concentración y sabiduría.
Constituyen las seis características que el budismo propone desarrollar para
alcanzar una vida plena. Si nos detenemos un momento en cada una de ellas, observaremos
la forma como se oponen radicalmente a las avideces que sustentan las conductas
delictivas que han causado tanto mal a México. Entre unas y otras podremos
darnos cuenta de cómo nuestro espíritu ha perdido el rumbo, de modo que
avanzamos hacia la mezquindad. Algunos siendo capaces de cualquier cosa por
consolidar sus intereses; otros a menor escala, tal vez con nuestras actitudes
anodinas y permisivas, que llegan a que el problema de la criminalidad aumente.
Dice
Javier Melloni, jesuita y antropólogo español en su hermoso libro “Sed de Ser”:
«Para llegar al Mar/solo podemos ir por nosotros mismos. /Si no llegamos hasta
nosotros/tampoco encontraremos el Mar/porque el Mar es nuestra profundidad.»
Con
estas reflexiones quiero invitarte, amable lector, a la labor de reajustar todos
nosotros la mira de nuestras aspiraciones. A plantear a nuestras autoridades que
cumplan con su obligación de trabajar por la cobertura de nuestros derechos
humanos fundamentales como son la alimentación, la salud, la educación, el
sustento; la seguridad pública, la libertad en todas sus acepciones y el
derecho a soñar. Y entre nosotros, ciudadanos, a trabajar por desarrollar
cualidades que favorezcan la convivencia, el respeto a los demás en sus
personas, propiedades y derechos fundamentales, descubriendo que la tarea es
más sencilla si todos cooperamos, en lugar de estar estorbándonos unos a otros.
Muchos
estudiosos de las ciencias sociales en México consideran que el asesinato de
Carlos Manzo va a establecer un antes y un después en las condiciones generales
del país. Yo también así lo creo, dados los niveles de inseguridad y coacción
que se vienen sufriendo en los distintos ámbitos. Hagamos, entonces, de esto
una lucha por mejorar las condiciones generales de todos, y no por jalonear y
arrebatar lo que algunos pocos han vuelto propio, y que en gran medida es
responsable del estado de cosas en la actualidad. Por ese camino jamás
llegaremos a una concordia.
No
permitamos que la muerte de un joven político que soñó con un México mejor para
todos haya ocurrido en vano. Sea la muerte de Carlos Manzo una siembra de
simientes de esperanza para las familias mexicanas. A partir de ello, nos
corresponde a todos y cada uno de nosotros, trabajar por cultivarlas.

Excelente Tocaya, saludos.
ResponderBorrar