domingo, 30 de junio de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

RESPETO Y “GANAR-GANAR”
Acabo de gozar un espléndido video de Willy Sousa  intitulado “México en tus sentidos”, que da cuenta de las  maravillas que nuestro país tiene para ofrecer al mundo.  Asombra el colorido, las bellezas arquitectónicas, la creatividad artesanal, pero conmueve sobre todo su gente.  Rostros individuales y  grupos humanos representativos de cada rincón de nuestra geografía,  nos llevan a creer  en un ideal de nación.
   Sin embargo se adivina una gran distancia entre el México que somos y el que aspiramos a ser; hay aspectos ciudadanos que  habrán de mejorarse  si  pretendemos convertirnos en una nación de excelencia, de la cual podamos estar orgullosos todos.
   Una de esas facetas en las que falta mucho por  trabajar,  se refiere al modo como nos tratamos unos a otros en  lugares públicos, entre desconocidos, en ese gran foro  donde demostramos lo que en realidad somos. Entre los valores que aún resta mucho por mejorar son el respeto y la cortesía.
   Cuando vamos caminando o conduciendo, una actitud  bravucona  transmite el mensaje: “Mis asuntos son más importantes que los tuyos”,  como si nosotros fuéramos ombligo del mundo.  Imprimimos velocidad al vehículo, desacatamos señalamientos viales, y difícilmente cedemos el paso. 
   Otra lamentable falta de respeto y cortesía es ocupar cajones exclusivos para personas con necesidades especiales, sean discapacitados o mujeres embarazadas.  En el sistema de transporte de París me sorprendió que los asientos exclusivos para personas con necesidades especiales, situados a mediación del vagón o del autobús,  no se ocupan por ningún otro pasajero, así vaya el transporte a reventar en las horas pico.  Yo me pregunto, ¿qué tienen los europeos que no tengamos nosotros?... ¿por qué ellos hacen valer una norma ciudadana mientras nosotros estamos  maquinando cómo violarla?
   Otro caso inquietante es la actitud de conductores sobre dos ruedas,  en especial bicicletas.  Como si la luz roja no fue hecha para ellos, la ignoran olímpicamente de modo sistemático.  En el curso de la semana presencié un conato de accidente: Viene un individuo a bordo de su bicicleta bajando por una pendiente, dispuesto a cruzar la avenida con el semáforo en rojo.  Libró el carril en un sentido, pero al aproximarse al contrario, con carga vehicular importante, perdió el control de su bicicleta cuando tuvo qué frenar en seco, pues de no hacerlo habría sido impactado al menos por tres vehículos que en ese momento tenían el derecho de vía.
   Algo similar sucede con los peatones.   Tal parece que a nuestros escolares no les han enseñado que los señalamientos deben ser atendidos también por peatones, y que si la luz está en rojo, deben esperar su turno.  Es clásico ver, en los horarios de entrada y salida de las escuelas secundarias, el montón de jovencitos que se atraviesan en rojo, obligando a los conductores a hacer alto justo cuando  tienen derecho de paso.
   De entrada resultan cosas muy simples, sin importancia, pero en una segunda lectura, el mensaje es algo así como: “El triunfo es del más ganón.” Algo nada sano en términos de ejercicio ciudadano.
   Partiendo precisamente de esta consigna, encontramos servidores públicos que utilizan su posición  para  obtener un beneficio personal, muchos   de ellos jactanciosos a extremos increíbles, como los recientes casos de políticos alcoholizados y vulgares que circulan en redes sociales. El asunto Granier, en turno esta semana,  tiene lo suyo; el ex gobernador exige “un juicio justo”, cuando no fue precisamente justicia social la que aplicó siendo gobernador.
   Esa actitud abusona que por desgracia se ha vuelto común en nuestro medio se refleja en muchas otras situaciones cotidianas.  Algo tan simple como entrar o salir de lugares públicos es un ensayo sociológico interesante; difícilmente alguien cede el paso, y en el remoto caso de que lo ceda, el beneficiado ni  las gracias da. Yo me pregunto si ésta es la nación con la que hemos soñado.
   Podemos seguir con otros rubros donde campea el no respeto, como  la evasión fiscal, la reducción fraudulenta de tarifas de electricidad, o el no pago de compromisos adquiridos  dentro de un grupo.  Viene de nuevo a colación ese anti-valor que establece que el no cumplimiento es de inteligentes.
   Ejemplos de no respeto: Me llega un correo con el texto de un autor.  Borro su nombre y lo reenvío como propio.
   No respeto: Acoso al compañero que luce o que  actúa distinto a mí.
   No respeto: Daño el medio ambiente, aniquilo especies vivas.
   A diferencia de la moral que determina obrar bien por miedo al castigo, la ética implica  ser respetuoso por convicción personal. 

   El sentido de la educación  debería  orientarse hacia la inculcación de valores mediante clases de civismo en aulas, pero sobre todo a través de un ejercicio cotidiano del respeto como política pública, una relación “ganar-ganar” para  construir un  México mejor.

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