domingo, 24 de noviembre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EMOCIONES EN LA RED
Solamente podría dudar del alcance de las redes sociales quien no las conozca.  Para el resto del mundo, y cada vez con mayor penetración, las redes sociales constituyen canales de comunicación a través de los cuales nos damos a conocer, a la vez que   conocemos al mundo.
   Tenemos desde la mamá o la abuela que suben con lujo de detalles cada nueva gracia del bebé,  o el ciudadano que publica tres veces al día la fotografía de lo que está a punto de comer; asimismo   se hacen presentes los grandes personajes que gobiernan al mundo. En cierta manera  el Internet se  va convirtiendo en una extensión natural del propio ser.
   En días pasados me llamó la atención la coincidencia en redes sociales de individuos adultos que fanfarronean  mostrando  presas que han cazado.   Algunos casos hallé indignantes, uno corresponde a un par de sujetos  exhibiendo como pieza de cacería un jaguar que  supuestamente pensaban cocinar.   Otras fotografías corresponden a una mujer joven, posiblemente norteamericana, que  aparece con dos piezas,  primero un león y  luego un oso pardo.  Amén de otra fotografía que muestra a una familia  norteamericana de cacería en África, sonriente junto  al cuerpo de un elefante al cual sorprendieron y mataron mientras  se hallaba comiendo.
   Si revisamos la historia de la humanidad  nos encontraremos que durante muchos siglos la cacería de estas especies representó una actividad común entre personajes poderosos, que tenían los recursos para emprender grandes safaris.  Hay historias de reyes que mataron por centenares especies, como tigres de la India,  de las cuales hoy quedan pocos ejemplares; cierto, debemos entender que en el siglo diecinueve y buena parte del veinte no se conocían amenazas contra estos animales,  en primer lugar porque el problema del  cambio climático prácticamente no existía,  de manera que las especies no se hallaban en riesgo, o si acaso comenzaban a estarlo, difícilmente había los instrumentos de medición que permitieran evaluarlo.  Sin embargo a la luz del conocimiento que se tiene  en la actualidad   con relación a la grave amenaza que sufren muchas especies en riesgo de desaparecer, cazarlas y tomarse la fotografía alardeando de su captura, pone en evidencia el grado de insensibilidad y la terrible ignorancia que estos individuos poseen.
   Jamás va a ser lo mismo  conocer  animales como piezas de museo,  porque se hayan borrado de la faz de la tierra, que saber que existen en su hábitat, y que cuentan con las condiciones para nacer, crecer,  alimentarse y reproducirse sin problema.
   En diversas ocasiones hemos abordado el tema del maltrato animal como una manifestación de profundos trastornos de relación.  Nadie en su sano juicio hallará justificado maltratar un animal; hacerlo implica que dentro del individuo existe la necesidad patológica de dañar a otro ser vivo  para desfogar una carga de rabia.  El maltratado se vuelve maltratador, y el círculo vicioso se cierra.
   Hasta ahora no existe un dato preciso del poder que tienen las redes sociales, pero sí podemos calcularlo de manera indirecta a través de movimientos sociales como han sido “La Primavera Árabe” o el Movimiento mexicano “#Yo soy 132”.  Lo que anteriormente tomaría tiempo lograr, hoy en día se concreta a contrarreloj de manera inaudita.   Así pues, en nosotros mismos está hacer presión para señalar o denunciar, según corresponda, esos casos de cacería de especies en peligro de extinción que se  exhiben en redes sociales.
   En nuestro poder como internautas está  utilizar  dichos canales  para engrandecer y dignificar la vida sobre el planeta, o acelerar su destrucción.
   En el extremo opuesto se hallan los grupos defensores de animales, cuya labor se facilita a través de la red.  Desde localizar  mascotas extraviadas; solicitar apoyo para   animales en riesgo, o bien, hacer causa común en apoyo de campañas de adopción, esterilización o rescate de diversas especies.   Esos grupos comparten testimonios de rescate animal que no pocas veces nos arrancan una lágrima o un montón de risas.
   ¡Cuán paradójico es el uso de cualquier herramienta hecha por el hombre!  Así como una piedra puede ser utilizada para construir una casa, también esa misma piedra puede usarse para agredir a otro ser humano hasta causarle la muerte.  De igual modo, las redes sociales en nuestras manos pueden proveer de un  enorme beneficio, o hacer grandes daños.
   Un  consejo que haríamos mal en olvidar, es aquel que señala  que no es para nada recomendable que los niños naveguen por cuenta propia en Internet.  Así tengan la mejor de las intenciones y confiemos en ellos, hay muchos contenidos  capaces de distorsionar la percepción del mundo. Estos cazadores que exhiben un torvo poder son buen ejemplo.

  Las redes sociales son la gran pasarela de la emoción humana: En cada uno de nosotros está decidir qué emociones sembramos en la parcela familiar.

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