domingo, 26 de agosto de 2018

CUADROS URBANOS por María del Carmen Maqueo Garza


LA COMETA PERDIDA
Tuve oportunidad de observarlos por un buen rato.  Ambos delgados y altos, les calculo 15 o 16, sus ropas están lejos de indicar pobreza extrema. Mientras que uno de ellos permanecía sentado en la banqueta tomando una bebida hidratante de color amarillo canario, el otro abordaba un o a uno a los clientes que entraban o salían del establecimiento comercial.  Con ambas manos tomaba su cachucha, y con la mirada vuelta al suelo, solicitaba algunos centavos. No me pareció  que su estrategia funcionara, ya que  ninguno de los personajes abordados dio señas de atender  sus súplicas.   Entre una petición y la siguiente el chico recobraba compostura, levantaba la mirada  y oteaba hacia ambos lados, como esperando al siguiente donador potencial.   Por su parte el joven sentado en el suelo se dirigía a él ocasionalmente con frases cortas, daba la impresión de ejercer  control sobre el suplicante.
   Como suelo hacerlo, comencé a formular hipótesis. Mientras observaba a la distancia,  me daban  vueltas en la cabeza diversas posibilidades: Tal vez aquello era una apuesta entre ambos o un castigo con cierta carga de humillación.  O bien era su forma de obtener unas monedas para adquirir alguna golosina.  En el peor de los casos --algo que se ha visto en otras poblaciones-- pudiera ser una forma de asaltar. 
     Luego de aquello la escena  me llevó a pensar en qué forma muchas personas --quizá no es el caso-- se apoltronan en cierta desventaja propia esperando que la comunidad les resuelva su situación.  Ahora recuerdo un individuo joven y fuerte que perdió una pierna, y sosteniéndose mediante sus muletas se pasaba el día bajo el rayo del sol solicitando unas monedas.  Parecía no vislumbrar otras opciones para ganarse la vida, tal vez por falta de imaginación, tal vez por carencia de fuentes inclusivas de capacitación o de trabajo.
     Tanto estos chicos como aquel hombre me llevan a suponer que actúan como si  hubieran perdido la cometa de sus sueños y no se animaran a recuperarla. Algo equivalente a haber cancelado para ellos mismos el derecho a imaginar  para su vida algo satisfactorio.  Es parte del panorama de este nuestro México apesadumbrado, que ha olvidado que siempre ha sido  todo suyo el  derecho a dibujar estrellas en el firmamento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario