Gran descontento causó escuchar en los medios a una mujer diciendo que para el desarrollo de la humanidad, habría que destruir la naturaleza, palabras más, palabras menos, esa fue la idea. Miles de comentarios se emitieron en las redes, reprobando tan desatinada opinión, cabe decir que por demás groseros, la hicieron trizas por todos los medios de comunicación posible.
Sin estar de acuerdo con dicha señora, por supuesto, no dejo de ver que no dijo mentira alguna, y que el "desarrollo" de la humanidad ha entrañado un daño continuo e irreversible de la naturaleza, que actualmente después de dos milenios, nos está cobrando factura, y que apenas incide un poco en nuestra conciencia como para intentar reparar en algo, todos, el maltrato que ha recibido en aras de nuestra evolución.
Nos pareció absurdo, patético escuchar que se declarara necesario destruir la naturaleza, pero hemos sido partícipes de esta continua masacre, sin hacer nada o muy poco por remediarlo, por detenerlo, por ser parte activa en la defensa de la naturaleza, de nuestro mundo, que hemos saqueado irreverentemente. Criticamos a quien se atreve a hacer una declaración que atenta contra los principios básicos de una ética básica que debiera regir a la humanidad, de convivir con la naturaleza sin perjudicarla, de mantener un equilibrio con ella, pero la verdad sea dicha,siempre se ha antepuesto satisfacer las necesidades y ambiciones del mal llamado "progreso" a la conservación de la naturaleza.
Nos asustamos de tal declaración, la reprobamos, nos volcamos contra quien con insensatez total la hace pública, pero faltaría que con el mismo furor actuáramos de una vez de forma congruente y empezáramos con pequeñas acciones personales, por lo menos para dejar de dañar a nuestro hábitat, este mundo que es único y no reciclable. Día a día en nuestra rutina diaria, todos y cada uno de nosotros, dañamos un poco al mundo. Esto ¿no es más reprobable aún que un comentario inadecuado?
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