domingo, 9 de junio de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


LUZ Y SOMBRA
El Templo de la iglesia “La Luz del Mundo” en Guadalajara, destaca a un costado de la vía rápida que conduce del aeropuerto al puente atirantado –otro baluarte de la Perla de Occidente. Respecto a esta denominación pentecostal hay que decir que surgió en 1926, en el fragor de la guerra cristera. Algunos estudiosos consideran que fue a instancias de Plutarco E. Calles, como una forma para restar fuerza a la iglesia católica. Inició en Jalisco capital como una congregación de 2,000 feligreses, que a la fecha ha crecido a millones, y se ha extendido por diversos países. Como sabemos, ahora ocupa titulares periodísticos, y no precisamente por la más noble de las razones.
          Resulta ocioso repetir lo que mucho se ha dicho desde el 15 de mayo. Solo cabe señalar que, como se ha destacado en otras ocasiones, las iglesias procuran mantener una relación armónica con los partidos políticos. Las primeras proveen de votantes, y los segundos de protección. Tal parece ser el caso de La Luz del Mundo en México. Sobre sus tres máximos dirigentes, en línea vertical, han pesado acusaciones de conductas sexuales inapropiadas. No es hasta ahora y en el extranjero, cuando algunas de dichas acusaciones se consolidan. Curiosamente la denuncia por pederastia y pornografía infantil en contra de Naasón, se hace pública 15 días después de que el recinto de Bellas Artes fuera sede de un homenaje para el máximo líder –hoy indiciado-- de esta iglesia.
          Siempre me ha llamado la atención aquello que tiene que ver con la fe religiosa, en particular lo relativo al fanatismo. A lo largo y ancho de la historia hay muchos casos que terminan en tragedia, y que desde fuera no parecen tener una explicación, sin embargo desde dentro para sus protagonistas hay total congruencia, a partir de una lógica particular única. Dos ejemplos atroces han sido, el suicidio colectivo de la comunidad “Templo del Pueblo” en la Guyana, en 1978, y el de los Davidianos en Waco, Texas en 1993.
          Bernardo Barranco es en México uno de los grandes estudiosos de las religiones. Su formación sociológica le permite identificar una serie de elementos, que llevan al individuo a depositar su confianza total en un personaje sacrosanto, que es visto como el “elegido”. La feligresía ve en Naasón Joaquín García al Ungido de Dios, con tan profunda fe, que es tenido por impoluto. Una acusación como las 26 que se le acaban de fincar en la vecina nación, es algo inimaginable por parte de aquel a quien erigieron como figura sacrosanta.
          Gary Willis, al hablar de delitos sexuales entre clérigos, puntualiza dos elementos importantes: Desde la posición de líder religioso no hay un sistema de rendición de cuentas entre el medio eclesiástico y el laico. Un delito como la violación de menores es asumido como pecado, no como crimen, y queda impune. Willis se refiere además a una corrupción endémica, esto es, el superior jerárquico se entera del hecho y lo solapa, para no desacreditar el nombre de la institución frente al mundo. En el caso de Naasón, reconocido por sus feligreses como el ungido de Dios, la disociación entre la comisión de un presunto delito y la posibilidad de enjuiciarlo es absoluta.
          Resulta bien sabido que durante las crisis sociales y económicas se dispara la afiliación a grupos doctrinarios. Sucede de manera más intensa, cuando la religión no solo promete la vida eterna, sino que provee de una teología de la prosperidad. Esta otorga al feligrés un sentido de pertenencia a una entidad terrenal luminosa, por encima de su propia persona. Dicha teología de la prosperidad, queda evidenciada por la suntuosidad con que se edifican los templos y todo lo que tenga que ver con una religión dada. Tal es el caso de la Hermosa Provincia, colonia en la que se asentó el templo internacional en Guadalajara, desde 1953. Por otra parte, la uniformidad en la indumentaria de hombres y mujeres de esta congregación, refuerza en ellos un sentido de pertenencia.
          Los estudiosos de la mente consideran que el fanatismo nace de la inseguridad y de la ignorancia. Frente a las turbulencias del exterior hay una necesidad del individuo por adherirse a una figura de poder que le dé amparo. En la medida de su necesidad de apego, crecen la admiración y la fe ciega, hasta perder por completo la capacidad para emitir un juicio crítico.
          Difícil predecir en qué irán a terminar las acusaciones en contra de Naasón Joaquín García. Aún si llegaran a condenarlo, su congregación continuaría venerándolo y clamando por justicia. Inquietante descubrir hasta qué punto nuestro México está urgido de contar con un líder portentoso. De ese tamaño la revisión que a cada uno de nosotros corresponde hacer, para erigir de manera conjunta un México dignificante y satisfactorio para todos.

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