domingo, 22 de septiembre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Admiro a la gente que posee fortaleza espiritual, que no se deja abatir fácilmente por las penas, por las pérdidas, que mantiene firmeza para continuar una vida plena, sin endurecer el alma, sin menospreciar el dolor, ni el propio, ni el ajeno, sin dejar de ser sensibles a los sentimientos de los demás.

A esos que entienden que ser fuerte, no es ser frío, no es ser duro. Los que aceptan tener miedo, pero saben como vencerlo, tienen estrategias, tienen en su interior las herramientas necesarias para enfrentarse las peores batallas que se les presenten. Admiro a los que reconocen su vulnerabilidad, pero no se rinden ante ella, porque han sido artífices de su entereza, han sabido utilizar los mejore s materiales para no dejarse vencer.

Ni rudos, ni ásperos, sin violencia, sin agresión, por el contrario, con humildad, con benevolencia, con amor y solo permitiendo sentimientos nobles dentro de sí, aceptando sus errores, reconociendo sus virtudes y las de los demás.

Gente con equilibrio, que no traspasa los derechos de los demás para demostrar que es fuerte, gente que sabe elegir sus luchas, y que no arrastra en sus frustraciones a los demás.

Fortaleza espiritual, que no impide la sensibilidad, fortaleza que no se exhibe, que no es usada para impresionar, que logra transmitir paz a quienes tienen la fortuna de estar cerca de quien la posee.

Quien sostiene la fe en si mismo, en la vida,en la humanidad, en Dios, sea cual fuere el concepto que se tenga de él, posee el don de la fortaleza espiritual, nobleza en el alma y capacidad ilimitada de amar.

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