domingo, 27 de agosto de 2023

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Todos cometemos errores. En nuestras relaciones humanas es común que una palabra, una actitud, el hacer o no hacer algo las afecte aun cuando el equivocarnos sea involuntario, sin la menor intención de dañar, ingenua o quizá negligentemente.

El equívoco implica un costo y la pena la decide quien resultó agraviado. En ocasiones es desproporcionada, o quizá así lo siente quien nunca pensó en tales repercusiones. El acto se percibe en otra magnitud y se castiga.
La indiferencia, el tomar distancia delatan el resentimiento, se trata de hacer ver, con lo que considero es una dignidad mal entendida, que esa persona es non grata.

En ocasiones esto se resuelve a corto plazo, en otras el orgullo o la desidia lo dejan al tiempo, y el tiempo solo permite que se amplíe la brecha, que se enfríe el afecto, y puede pasar la vida entera sin que se llegue a ser capaz de reconocer que no era para tanto.

Palabras clave: humildad, orgullo, resentimiento, perdón, comunicación. Una relación basada en el amor se desvanece, sin un intento siquiera de salvarlo, o si lo hubo sin que sea suficiente para lograrlo.

No hay que esperar a que sea la compasión la que nos lleve a reconocer fallas, a dejar orgullos y acercarnos a quienes han sido afectos auténticos, aquellos en los que no cabe pensarse tengan la intención de hacernos daño.

Acercarnos por amor, no por compasión, tan solo porque nuestro mayor tesoro es reconocer en nosotros la capacidad de amar, de anteponer el amor a la soberbia, de mantener el cariño que se ha sembrado sin dejar que quede a merced del olvido o de la apatía, y que se pierdan esas semillas fértiles que el arrepentimiento ya no logrará hacer que den fruto.

Nadie llegue a mí por lástima, por compasión; nadie llore en mi tumba o en mi cama de enfermo, lamentando no haber sido capaz de reconciliar diferencias cuando había alegría, cuando había paz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario