domingo, 14 de enero de 2024

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

He vivido la medicina desde las dos perspectivas, como médico y como paciente o familiar de paciente. He visto caer abismalmente a las instituciones de salud pública, hasta llegar a ser el sitio menos deseado para ser internado, recurriendo a él cuando no existe alternativa alguna, asumiendo de antemano que no será la mejor opción, pero que al no tener más, es la única. Y a echarnos un volado con la vida, esperando ganarle. He visto como los majestuosos y elegantes hospitales privados emergen en todo el país, cual gigantes que se apropian de la noble causa de devolver la salud. Edificios que al entrar, parecieran oficinas de una empresa donde las finanzas van antes que el interés humanístico, donde se te recibe en un lobby con decenas de oficinas y empleados, con interrogatorios donde el diagnóstico y motivo de internamiento van después de si eres particular o tienes un seguro y de asegurarse de que dejes un anticipo si no lo tienes.

Enormes salas con elegante decoración, no se repara en ello, y tampoco en hacer cobros descomunales por hacer uso hasta del aire que respiras ahí dentro. Pero afortunados aquéllos que tiene accesos a ellos, una minoría del total de mexicanos enfermos que no nos podemos dar estos lujos o que si nos los damos, tendremos que dar a cambio buena parte de nuestro patrimonio, o endeudarnos a largo plazo.

La medicina es el gran negocio de ahora, se lucra con la enfermedad, víctimas de instituciones como la alimentaria que se ha encargado de enriquecerse a cambio de inundarnos con productos dañinos y utilizar la publicidad para generarnos el deseo de consumirlos, poniendo por delante el placer y no la salud, generando enfermedades como la diabetes y la obesidad, por mencionar algunas, para que la industria farmacéutica, con descomunales precios nos ofrezca medicamentos cada vez más sofisticados para remediar lo que nosotros mismo aceptamos nos causaran.

Títeres que creemos tomar decisiones, que somos manipulados con mercadotecnia, que nos creemos libres y no somos sino entes que se mueven a merced del son que les toque la élite del poder.

Tristeza enorme me causa lo que es hoy la medicina, con tanto avance, con médicos que sé conservan sus principios y vocación, pero en un medio pervertido, donde cada paciente tiene signo de pesos, donde ya no hay derecho a la salud, por el contrario, recuperarla es un lujo.
Enfermar para muchos, es no solo lidiar con el padecimiento, es angustiarse por no tener a donde recurrir con la confianza y la fe de que seremos atendidos dignamente.

Quisiera creer que no es utopía que un día no muy lejano, por fin sea una realidad la democratización de la salud.
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