domingo, 21 de enero de 2024

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

La crianza de los hijos va más allá de alimentarlos, de brindarles un entorno que les permita crecer y desarrollarse en las mejores condiciones que podamos ofrecer de acuerdo a nuestras posibilidades. En cada acción que cotidianamente tengamos hacia ellos va implícita una enseñanza. Somos guías que marcamos la pauta de lo que se va incorporando a un cerebro que viene con un gigantesco potencial, en el que cada día habrá algo que marque un conocimiento, que poco a poco vaya llenando espacios donde se aloje tanta información que permita al niño ir estructurando su personalidad, que aunado al temperamento cuyas características son innatas, darán por resultado su carácter.

Seres que comparten genética, crianza, hogar, habrán de percibir nuestras enseñanzas, emociones, intenciones, de distinta forma, y serán individuos distintos, con metas e ideales diferentes, con afinidades distintas, y que en el mejor de los casos compartirán valores y sentimientos afectivos especiales hacia sus hermanos.

Fuimos educadores, sin tener manual alguno, a veces apenas nos dimos cuenta de la gran repercusión que cada palabra dicha o acción tomada tendría en la vida de nuestros hijos. La mayoría fuimos llevados por el amor y la buena fe, sin que esto sea sinónimo de que aun así, fuese acertado.

Con errores y aciertos, así fueron criados nuestros hijos. Sorprende al llegar a adultos, ver lo distintos que son, encontrar sin embargo en ellos la esencia de lo que quisimos imprimir en ellos y sentir la satisfacción de saberlos capaces de enfrentar la vida con audacia, con responsabilidad, con ética, perseverancia y pasión en todo aquello que deciden como proyecto de vida.

A mí en lo personal, más me sorprende ver que ahora soy yo la que de ellos aprende, cada uno ha sido un maestro que aporta a mi vida sabiduría. En ellos encuentro respuestas a preguntas que dejé inconclusas toda mi vida, veo sus estilos de vida que han enriquecido y mejorado por ellos mismos. Su actitud hacia la vida es para mí un ejemplo a seguir, más que quizá lo haya sido o sea yo para ellos. Los años quizá me han ido quitando la soberbia de creer que solo es facultad de los padres guiar a los hijos, agregar a mi experiencia las jóvenes ideas de mis hijos, desaprender errores e incorporar en mi vida aquello que implica mejorar mi calidad de vida física, emocional, espiritual, hace que me enorgullezca de ellos y que humildemente reconozca que ellos han encontrado fórmulas de vida que ahora al lado de ellos descubro. Fortalezas en las que quizás algo aporté, pero que definitivamente han sabido acrecentar y además compartirme.

Nunca será la edad una determinante en un ser humano para menospreciar lo que podamos aprender. Cada día, de un niño, de un adolescente, de un adulto o de un anciano, hay algo que podemos integrar para enriquecer nuestro arsenal de conocimientos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario