LEER ES GANAR-GANAR
A lo largo de la semana formé parte de una experiencia muy
enriquecedora. Conectamos en forma
remota a un autor con un público adolescente a través de una videoconferencia. Él, originario de Sonora, en tránsito hacia
la ciudad de Xalapa, Veracruz para participar en la feria del libro de esa
ciudad. Ellos reunidos en el Museo de la
Frontera en Piedras Negras. El libro protagonista de la tarde es: “Comala y
otros relatos” de Carlos René Padilla, publicado dentro de la colección
“Vientos del pueblo” del FCE.
En todo este proceso yo fui solamente un enlace entre las
partes, lo que me proveyó de una tarde muy amena en la cual los estudiantes de
secundaria, que forman parte de círculos de lectura en sus respectivos
planteles, acudieron al Museo en compañía de sus mentores. Para ese momento ellos habían leído el libro
y llevaban diversas preguntas que formularon al autor, tanto acerca de la
trama, los temas que toca su obra y la forma de escribir los tres cuentos que
integran el libro. Carlos René, que
tiene gran facilidad para conectarse con el público joven, inmediatamente hizo
clic con ellos y el tiempo asignado al ejercicio se pasó casi sin
sentirlo. Los jovencitos se retiraron
del evento con la experiencia de haber interactuado, tal vez por primera vez en
su vida, con un escritor reconocido.
En estos tiempos todos percibimos la problemática que se
cierne sobre nuestros jóvenes. Por
diversas causas que tal vez apenas comenzamos a dilucidar, ellos se sienten muy
solos. Lo que tienen más a la mano para
ocupar ese espacio vacío es su teléfono inteligente, que, dicho sea de paso,
más que amainar esa sensación la profundiza.
A través de las redes sociales el chico está comparándose con modelos
que nos vende el Internet. Se nos olvida
que, en buena medida, esas figuras y esas vidas que se publican están más que
editadas. En el fondo no son lo que
aparentan ser, pero quien las ve de este lado de la pantalla, más que
percatarse de que no empatan con la realidad, se deja llevar por las imágenes
fantásticas, frente a las cuales se siente empequeñecido.
En esa burbuja digital se generan conexiones en un plano muy
superficial, que poco o nada tiene que ver con el encuentro humano fuera de
pantalla, a través del cual dos personas que para nada son perfectas se
encuentran, se aceptan y deciden compartir un tiempo juntas. Ese salir de uno mismo para abordar al otro
con el propósito de conocerlo, aceptarlo y tratar de comprenderlo desde sus
propias circunstancias, es lo que se denomina “otredad”.
El libro constituye un excelente vehículo para el desarrollo
de la otredad. A través de las historias
escritas, yo como lector consigo introducirme en una vida a la que, en el mundo
real tal vez no podría acceder, o no me apetecería conocer. Una historia en el papel es capaz de
presentarme a un personaje que no coincide con mi ideal de persona, pero que se
me presenta de tal modo, que hasta llego a simpatizar con él. Ello me permite congraciarme con identidades
que, de otro modo, no habría tenido inquietud por conocer en la vida real.
Leer es adentrarnos en esas historias que, de otra manera,
estarían alejadas de nuestra esfera personal.
Desentrañar sus motivos hasta comprenderlos, y no ser tan duros para
juzgar una conducta de otros que no se parece a la nuestra.
Por diversas razones, llámense culturales, económicas o
sociales, el libro no goza en México de la popularidad que tiene en otros
países. Solemos considerar la lectura
como una imposición escolar, como una pérdida de tiempo o un acto de
aburrimiento. Ello ocurre porque no se
nos ha presentado el libro como un recurso maravilloso de enriquecimiento
cultural y personal, una forma de abordaje hacia tiempos y lugares que poco conocemos,
y, lo más importante, como un gran amigo que, si le permitimos hacerlo, habrá
de acompañarnos toda la vida.
Sembrar entre niños y jóvenes el gusto por la lectura, es
facilitarles abarcar el mundo y la historia con otros ojos, a través de una
mirada que favorezca su propia trascendencia.
Es permitirles entender que lo diferente no es necesariamente malo, y
que en este mundo hay mil formas de tomar café.
Felicito a los maestros que animaron a los jóvenes de sus
círculos de lectura a adquirir y leer el libro, y a formular sus preguntas para
el autor. Agradezco a la SEC región
norte y a la librería Educal de esta frontera su apoyo para llevar a cabo el
encuentro. Y agradezco al FCE el afán de
generar libros a un costo muy reducido, para favorecer la lectura para
todos. Y por supuesto, agradezco a
Carlos René, el autor, la literatura inteligente y sensibilizadora que su
narrativa nos regala.
Sin lugar a duda, este fue un evento de “ganar-ganar” para
todos.
Me encantó esto mucho y compartí con mis amigas de la Tertulia de Georgetown Texas. Ellas, no todas Hispanas pero aprecian mucho el Español.
ResponderBorrarDisfrutaron mucho lo que comentó Ma del Carmen Maqueo. Una de ellas Pat Smith recibió años pasados un Fulbright Scjolarship para enseñar en una escuela de Yucatán.
Me da un gusto enorme que esta iniciativa haya resonado con lo que ustedes llevan a cabo del otro lado de la frontera. ¡Enhorabuena!
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