Es una realidad que las relaciones interpersonales se han vuelto complejas. Tanto, que la sensación de soledad es un estado que se vive con frecuencia, como resultado de una desavenencia con los demás. Y que, por evitar la soledad, muchas veces se emprenden conductas irracionales y hasta de riesgo.
Escuchaba
en fechas recientes una canción del desaparecido “Príncipe de la canción” José
José, con cuya música viví mis años tardíos como estudiante y que, de alguna
manera, forman parte del catálogo de baladas que acompañaron las primeras
experiencias románticas personales y de mis contemporáneos. Mi vida, título
de la canción que escuchaba, contiene unas frases que, a la luz de la
inteligencia emocional, que en esos tiempos aún no despuntaba, es material para
reflexionar hoy en día.
Con
el caudal de voz que tuvo José José en sus mejores tiempos, cantaba algo así
como: “Al fin te lo han contado, amor/Seguro que te han dicho: Ten cuidado/Que
un hombre que ha sido como yo/Acaba por volver a su pasado”. Lo que, de entrada, suena como una sentencia
profunda de amor, tiene una cara “B” que llama a la advertencia: El amor por sí
mismo no es capaz de modificar en el otro conductas que se vienen cargando de
tiempo atrás.
Atrapadas
por este pensamiento hallamos a muchas jovencitas convencidas de que su amor y
sus cuidados van a desterrar en su amado patrones como las adicciones o fallas
en el control de la ira. Cierto, se
percibe muy romántico creerlo, pero es algo que se halla bastante fuera de la
realidad. En primer lugar, nadie del exterior va a lograr modificar en un ser
humano una conducta que él mismo no tiene intención de transformar. En el caso de las adicciones, estar ahí en
los momentos de crisis del ser amado, impidiendo que toque fondo en su
patología, lejos de ayudarlo, simplemente va a perpetuar esa conducta adictiva.
¡Qué
importante es ser juiciosos al elegir de quién acompañarnos! Muy en particular
cuando se trata del que será el compañero de vida. Aunque es difícil estudiar bajo el
microscopio nuestros propios estados de ánimo, sí es necesario, por el futuro
de la relación, identificar qué elementos nos están moviendo para elegir específicamente
a esa persona. Qué patrones suyos nos resultan familiares, porque empatan con
los patrones que conocimos en nuestra infancia, y cuáles son los puntos que
–ilusamente—pensamos que la fuerza de nuestro amor va a modificar.
De
ese pavor que tenemos a la sensación de soledad, provienen muchas de las malas
decisiones que más delante se lamentan, y tantas veces, llevando de encuentro a
terceros, en este caso los hijos habidos de la relación.
¿Es
tan terrible la soledad…? Me parece que es más el mito que la realidad. Que,
tal vez nos remite hasta Sísifo, ese personaje de la mitología griega que,
desafiando a los dioses, fue condenado a empujar en forma permanente una roca
por montes y cuestas, de manera que, a ratos, al no poder desplazar la roca de
subida, esta vendría a caer sobre él con fuerza, una y otra vez. En el caso de
Sísifo fue la impertinencia ante sus dioses lo que le condenó. En el caso que
nos ocupa, es la falta de aplicación de la inteligencia emocional en las
relaciones interpersonales, lo que nos lleva una y otra vez a una situación a
todas luces estéril y finalmente dañina para nosotros.
Una
cosa es estar solo y otra muy distinta sentirse solo. Si hacemos esta distinción, más de la mitad
de nuestros temores desaparecerán. Lo
importante en la vida es tener paz mental y la oportunidad de ser productivos
con nuestro entorno. El estar acompañado
o no estarlo pasa a ser secundario, y lo que el mundo opine de nuestra
situación personal no tendrá jamás un peso tal, que nos lleve a vivir una vida
al lado de alguien que no nos satisface, simplemente por cubrir las
apariencias.
Silvia
Congost, psicóloga y escritora española menciona en su libro A solas: “Conectar
con el ser es darnos cuenta de que los seres humanos somos como construcciones
efímeras que la vida ha creado para que se exprese ese ser”. Y se conecta
–comentario personal--, igual desde una existencia muy acompañada, como desde
una solitaria… el asunto es hallar un propósito a nuestras vidas.
Escuchemos a José José con la nostalgia de los tiempos idos, sí, siempre, pero desde la claridad que la inteligencia emocional es capaz de proveernos en la actualidad, máxime en estos tiempos de relaciones interpersonales complejas que hacen desatinar a cualquiera. Para ejemplo echemos un ojo a lo acontecido en la Cámara de Senadores esta semana, algo tan ocioso e inapropiado, como bochornoso.
Excelente reflexión...
ResponderBorrarExcelente reflexión, gracias por compartirlo
ResponderBorrarQue gran acierto utilizar una canción que encierra esos conceptos erróneos del amor y de resaltar la importancia de la inteligencia emocional para avanzar sin lastres …
ResponderBorrarMuy acertada tu reflexión
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