domingo, 7 de septiembre de 2025

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

Caprichos con micrófono

A veces la vida se encarga de ponernos un espejo incómodo: el ciego que camina como si conociera de memoria el mapa de un mundo que nunca ha visto. La mujer en silla de ruedas, que cada mañana empuja no solo su cuerpo, sino un planeta entero cuesta arriba. El hombre que hurga en la basura, buscando entre los restos ajenos un pedazo de dignidad para almorzar.

Porque ahí, frente a esos ojos que no ven, esas piernas que no caminan, esas manos que escarban, se nos caen las excusas. Nos damos cuenta de que nuestras quejas a veces son apenas caprichos con micrófono, comparadas con la sinfonía de obstáculos que otros enfrentan todos los días.

Y es entonces cuando entendemos que la resiliencia no es un talento de superhéroe, sino un músculo que crece al ver la fortaleza ajena. Que hay dolores que, al mirarlos de cerca, nos hacen más fuertes sin que tengamos que sufrirlos nosotros.

Al final, no es que nuestros problemas desaparezcan… es que dejan de ocupar todo el escenario, porque hemos aprendido a mirarlos a la luz de otras batallas mucho más grandes que la nuestra...


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