domingo, 2 de noviembre de 2025

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

Llamada al cielo

Aló... ¿Me escuchás? No importa, igual te hablo. Te hablo porque hace falta. Porque los extraño. Extraño tu voz como un puerto al que uno siempre vuelve cuando el mar se pone bravo. Extraño tus consejos, esa manera tuya de desarmar problemas enormes con una calma que parecía mentira. No era tanto que tuvieras todas las respuestas; era que me hacías creer que las cosas siempre podían arreglarse. Y, en ese creer, estaba mi paz.

Me falta tu compañía en los viajes. Esa complicidad silenciosa que teníamos cuando veíamos el sol caer al horizonte, cada quien en sus pensamientos, pero juntos. Me hace falta el peso de tu mano en mi hombro, o ese abrazo que no decía nada y lo decía todo. Con vos cerca, hasta el frío del alma era llevadero.

Y sé que me respondés. No con palabras, no, pero me respondés. En el viento que se cuela entre los árboles cuando me detengo a mirar el horizonte. En los recuerdos que me llegan de golpe, como una ola que no avisa. En los silencios que de repente suenan a vos. Es curioso: me basta cerrar los ojos para sentir que el cielo me escucha, como si existiera una línea directa entre mi alma y la tuya.

Entonces llamo al cielo, cada vez que el peso del día me aplasta un poco más. Y vos contestás, siempre contestás. No sé si sos vos, o el universo, o lo que queda de tu abrazo en mi memoria. Pero ahí estás, apaciguando mi alma como siempre. Como nunca. Como solo vos sabías hacerlo...



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