domingo, 23 de noviembre de 2025

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

El arte de fluir

Fluir con la corriente… aprendí que no es rendirse, es un acto de profunda sabiduría.
Durante años creí que vivir era nadar contra todo, que el valor se medía en resistencia y que doblarse era sinónimo de derrota. Pero con el tiempo —y con algunas cicatrices que no se ven— entendí que hay una fuerza mayor en dejarse llevar sin perder el centro.

El río no lucha contra la piedra; la rodea, la acaricia, la desgasta con paciencia hasta que deja de ser obstáculo. Así también la vida, cuando uno deja de aferrarse a lo que no puede cambiar, empieza a fluir con una suavidad que no conocía.

Fluir no es pasividad. Es confiar en que el cauce sabe más que nosotros, que cada recodo, cada curva, incluso cada remolino, nos está llevando a donde debemos estar. Es entender que hay momentos para remar con furia y otros en los que la mayor valentía es soltar los remos.

Y entonces uno descubre que no se trata de controlar el agua, sino de ser agua: suave pero invencible, libre pero fiel a su destino, siempre encontrando el camino hacia el mar.

Porque al final, fluir no es perderse… es permitir que la vida nos lleve justo donde más necesitamos llegar...

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