Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había huido dejando atrás la enorme embarcación y los presagios que anunciaban lluvia durante cuarenta días y cuarenta noches. Pero ni el miedo ni los augurios más funestos bastaron para convencerlo, cansado y afligido de estar solo. Imaginó otros cien años más así, temido y rehusado por todos. Incluso el propio Noe olvidó su tamaño al construir el arca, y él prefirió no ser causa del naufragio. Al alejarse, aún se cruzó con una pareja rezagada de jirafas que al verlo corrieron atemorizadas. Entonces comenzó a llover; primero mansamente, luego con mayor denuedo. Aliviado, el dinosaurio miró al cielo y sonrió.Agustín Martínez Valderrama. Barcelona, España.
.......Publicado por Fernando Valls en su blog : La nave de los locos: Microrrelatos
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