VAMOS, ¿HACIA DÓNDE?...
Las cuestiones electorales no se han hecho esperar en este inicio del 2012 el cual arrancó padeciendo aún las secuelas del dislate decembrino de EPN en la FIL de Guadalajara, y las desatinadas críticas de su hija en redes sociales, para continuar con una serie de descalificaciones para el tricolor, dadas en parte por el endeudamiento de Coahuila durante la gestión de HMV, y en estos momentos a causa del divorcio en curso de Arturo Montiel (tío de Peña Nieto), en cuyo desarrollo salen a relucir amenazas de la ex esposa de revelar información altamente comprometedora para Montiel. Claro, además del encarcelamiento de Alfredo García Arango, ex secretario de Salud de Puebla, también de filiación priista, acusado de enriquecimiento ilícito.
La costosísima inauguración de la Estela de Luz del Bicentenario, un año y setecientos millones de pesos más allá de lo presupuestado en un inicio, ceremonia de carácter privado que contó con una “muralla humana” de mil elementos que impidieron el paso a cualquier ciudadano que no hubiese sido invitado, vino a coronar lo que en las redes sociales se ha dado por llamar “monumento a la impunidad”.
Por otra parte Isabel Miranda de Wallace acepta ser propuesta para contender por la jefatura de gobierno del Distrito Federal por parte de Acción Nacional, lo que provoca que nuevamente las opiniones se polaricen: Unos la critican de manera inmisericorde hasta llamarla “vendida”, en tanto otros –entre los que me cuento—somos empáticos hacia su postulación, visualizando como esperanzador el hecho de que las iniciativas ciudadanas escalen puestos y se posicionen de esta manera.
En los casos arriba mencionados se evidencia el peso que han alcanzado las redes sociales como foro de denuncia, apoyo o crítica, frente al quehacer de figuras públicas, en este caso dentro de la política, pero de igual manera en otros ámbitos. Ahí tenemos para muestra el reciente comunicado de la actriz Kate Del Castillo a través del cual, después de una catarsis personal muy intensa, se dirige al Chapo Guzmán para pedirle que encauce su poderío (se lee entre líneas) a favor de las buenas causas. En lo particular un claro ejemplo del grado al que en ratos llega la desazón ciudadana frente a la inseguridad y las premuras económicas que estamos viviendo.
En fin, difícilmente el propio Mark Zuckerberg, creador de Facebook llegó a imaginar el alcance que tendrían las redes sociales en el mundo, tanto así que no por nada se está llegando a considerar al planeta mismo como una aldea global a la cual todos tenemos acceso para transformar el estado actual de cosas.
A partir de la creación de la Web 2.0 el usuario frente a una computadora puede interactuar con otros usuarios en la red, salvando cualquier barrera geográfica o cultural, esto es, no solamente hace acopio de información sino que es capaz de transformar la información que transita por la red. De este modo puede expresar su sentir muy personal, cuestionar, apoyar o desacreditar el proceder de otros, y hacerse escuchar. Internet nos provee de un foro mundial, en el cual podemos expresarnos prácticamente sin cortapisa.
Tal grado de libertad idealmente se acompaña de un nivel equivalente de responsabilidad por parte del usuario, aunque sabemos que no siempre sucede así. Hay quien utiliza la red para desde el anonimato arremeter en contra de todo, y en cualquier foro encontramos al personaje que se dedica a denostar a otros por lo que hacen o dejan de hacer, como si el objetivo final de su actuación fuera el ataque indiscriminado a todo aquello que esté más allá de su entorno personal. Un estudio recién publicado, realizado por la Universidad de Texas reporta que el modo de proceder de un individuo dentro de las redes sociales va en relación directa con su manera de ser fuera de línea, esto es, el usuario que vive atacando a otros en la red, suele hacerlo de igual manera en las relaciones cara a cara. Por su parte, el ciudadano proactivo en la vida diaria, suele emprender asimismo, vía redes sociales iniciativas a favor del bienestar de otros.
Vamos avanzando a una velocidad inimaginable en lo que se refiere a tecnología de la comunicación, todos lo sabemos. La pregunta sería entonces: ¿Hacia dónde vamos? ¿Vamos al aislamiento absoluto del mundo que nos rodea, o nos dirigimos hacia la expansión en la comunicación? ¿Utilizamos los recursos para acrecentar los conocimientos, o para extraviarnos en el ocio?... La fuerza de las redes sociales ha sido tal que ha detonado movimientos sociales como el de Egipto en 2011, entonces: ¿Estamos conscientes del alcance de la misma?, pero sobre todo, ¿La utilizamos con el propósito de llegar a ser unas mejores personas?... Ésta es la gran, gran pregunta.
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