En Casa
Nuestro problema no es que haya tantos vendedores de droga.
Lo catastrófico es el número de compradores, que sigue creciendo.
No hablamos de teporochos ni de pandilleros de las colonias.
Contamos a los alumnos de la secundaria, a los universitarios.
A los hijos de familia, a quinceañeras de colegio y club social.
A los que salen de su burbuja para conectarse con lo peor del hampa.
Los que acaban patrocinando las balas, las armas, los halcones y los sicarios.
La solución a la violencia extrema, por eso, empieza en los hogares.
jvillega@rocketmail.com
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