domingo, 3 de marzo de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza





CUANDO LEER ES DELITO
El periódico digital “A.M.” de la ciudad de Aguascalientes, en su sección local del pasado 28 de febrero publica una nota que atrapó mi atención: “Prohíben intercambio de libros en la plaza principal”. Relata el calvario que un grupo de jóvenes entusiastas bajo la denominación de “Libros Vagabundos” ha tenido que vivir tratando de conseguir que se les permita realizar su proyecto de corte social: Instalarse en un espacio público a fomentar la lectura a través del préstamo o intercambio de libros para lograr “un país de lectores”.

Quiero suponer que el fomento a la lectura tan en boga se reconoce como una necesidad, un propósito inteligente, emanado de las instancias a las que corresponde hacerlo: La Secretaría de Educación Pública y CONACULTA. Quiero suponer que la publicidad que promueve la lectura tiene el propósito de desarrollar un mayor número de lectores, en un mundo altamente tecnificado en el cual los medios digitales alejan al individuo de la palabra escrita, y más si es escrita sobre papel. Se ha hecho promoción de salas de lectura y de módulos denominados “paralibros”, que hasta donde alcanzo a percibir son más decorativos que operativos. Al menos el que se colocó en Piedras Negras así funciona, como parte del panorama urbano, y nada más.

Y el día cuando surge por parte de un grupo de jóvenes una iniciativa fresca y nueva, como es el caso de estos chicos hidrocálidos, en lugar de apoyarla y aplaudirla, el sistema halla la forma de someterla a la terrible carrera de obstáculos burocráticos que buscan entorpecerla, y –triste decirlo— tantas veces termina por conseguir que un noble proyecto se agote y muera.

Al grupo de jóvenes con sus “Libros Vagabundos” los mandaron de una oficina a otra, y a otra más, para finalmente hacerles saber a través de un tropel de ocho inspectores municipales, que no tienen permiso para instalarse en la plaza principal. Me permito transcribir un fragmento del artículo publicado por “AM”:

“Libros Vagabundos se quejó con AM con un argumento sencillo y contundente: ¿cómo es posible que no permitan el intercambio de cultura sin fines de lucro? lo que hacemos es una labor social y no queremos nada a cambio, solamente prestar libros y que nos presten”

Y continúa:

“Nos levantan una acta en la que dice, se encontraron a personas instaladas en la exedra, promoviendo la lectura, sin permiso para ejercer dicha actividad, además son reincidentes menciona inconforme un integrante de Libros Vagabundos."

En la actualidad estos jóvenes entusiastas han sido advertidos de que, de seguir “incurriendo” en la falta administrativa, podrán ser sujetos a confiscación de sus libros y aplicación de una multa. O sea, se les da un tratamiento casi de criminales.

Esta semana México entero ha aplaudido las operación quirúrgica que ha colocado a Elba Esther Gordillo en situación de rendir cuentas ante la justicia. Esta actuación por parte de nuestras autoridades se recibe como una oleada de aire fresco que renueva el ambiente. Tenemos la confianza de que la revisión de presuntas conductas ilícitas se siga con otros servidores públicos sospechosos de malos manejos.

La corrupción, la impunidad, el enriquecimiento ilícito son los graves males del sistema que tanto han dañado al país. Estos males no surgieron por generación espontánea; como el moho fueron creciendo en la oscuridad, acrecentados por la falta de vigilancia y de aseo periódico, hasta volverse en la actualidad un mal que amenaza con desestabilizarnos. Y en una buena parte estos males surgieron por la desarticulación de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal.

Regresando a “Libros Vagabundos”, es justo lo que está sucediendo: El gobierno municipal dice que no se puede, es más, nos da a entender que el fomento de la lectura es un delito, contraviniendo los propósitos del gobierno federal que apuntan en sentido diametralmente opuesto. O sea, como dicen los mismos jóvenes, sí hay permiso para vender comida, sí hay permiso para rentar carritos, sí hay permiso para que se presenten espectáculos de la capital, pero para préstamo e intercambio de libros, como no existe una regulación que lo contemple, entonces no hay permiso.

Esta semana acabo de tener una crisis doméstica originada por una fuga de agua que penetró una parte de un gran librero que tuve qué vaciar. Ante la visión de más de doscientos libros invadiendo mesas y sillones de la sala, y sabiendo que muchos de ellos no pienso volver a leerlos, se me ocurrió convocar a amigos para organizar un evento público de donación o intercambio de libros que no desean conservarse, y que otros pueden aprovechar, máxime en estos tiempos cuando el precio de algunos libros llega a ser prohibitivo.

…Ahora hay un motivo poderoso más: Apoyar a “Libros Vagabundos”.

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