sábado, 18 de mayo de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


PROYECTO Y CAPITAL SOCIAL
Comienzan las campañas de frente a las elecciones del próximo 7 de julio, mismas que decidirán un gobernador y otros cargos de elección popular en dieciocho entidades federativas.  Ya se percibe la manera como los diversos partidos comienzan a mover sus piezas, apostándole al triunfo electoral.
   Cual suele suceder cada vez que se aproximan elecciones, surgen recursos y funciones civiles que, originalmente creados para otro fin, se hacen ahora más presentes que nunca, con miras a favorecer al candidato de uno u otro partido.  Muchas cosas que no debieran suceder suceden, uno de tantos fenómenos que se repiten cada período electoral en nuestro México.
   Termino de leer un libro que me proporciona una óptica particular frente al ejercicio ciudadano que viviremos: “Ética de urgencia” del educador español Fernando Savater, (1ª edición, Ed. Ariel, 2012).  Entre los temas que aborda en formato de entrevista es muy claro lo que corresponde a democracia y participación ciudadana.  Su primera puntualización al respecto es que, puesto que somos una sociedad, los asuntos públicos competen a todos, debiendo ser entonces todos quienes los gestionemos. En pocas palabras, no es válido esconderse tras el escudo de la apatía política.
   Y a partir de este punto podemos hacer una reflexión como ciudadanos.  El país enfrenta dificultades económicas en diversos rubros, muchos de ellos de primordial importancia.  Por otra parte vemos la forma como se destinan y agotan dineros públicos en otros menesteres,  como los gastos de campaña asignados a cada partido.  Savater convoca a una iniciativa apegada al sentido común, acorde con los tiempos de austeridad comunes tanto para España como para México.  Si los alcances de la Internet son tales, que en Latinoamérica se considera que para este 2013 el 40% de la población tiene acceso a ésta, ¿por qué no diseñar campañas mediáticas y eliminar esos despilfarros millonarios  destinados al pago de mítines políticos? ¿Por qué manipular  como acostumbramos, a las clases económicamente menos favorecidas, para llenar estadios y plazas   y saturarlos con un alud de palabras que tantas veces no pasan del mero verbo?
   Hasta ahora esta estrategia populista de promesas  de campaña ha sido un compás más en la danza de intereses personales y partidistas que se lleva a cabo en tiempo de elecciones.  La iniciativa privada participa; las asociaciones ciudadanas convocan; todos, grandes y pequeños  cierran filas en torno al candidato,  sin reparar en lo sólido que   pueda resultar su proyecto de gobierno. Se invierte en la persona del candidato,  enfocados en recuperar la inversión con réditos más delante.
   En este escenario el proyecto de nación queda una vez más como una quimera, una frase  de ornato en los discursos populistas,  una meta obligada en el dicho, pero que dista mucho de hacerse realidad  al momento de los hechos.
   En este tenor,  no nos asombre ni nos incomode que una institución que demostró ser nefasta durante el gobierno de Calderón ahora  vaya a cambiar de nombre, con todo el gasto que implica llevarlo a cabo.  Ni nos sorprenda que haya asignaturas pendientes que se van heredando de uno a otro mandatario en los distintos niveles de gobierno, porque agotado el tiempo se agota también el proyecto, sea cual fuere su valor o su avance.  Y tampoco nos extrañe que queden impunes casos groseros de corrupción como el de Romero Deschamps o de Andrés Granier, pues no habiendo rendición de cuentas, “nadie supo, nadie sabrá”.
   “El problema no está en que haya casos de corrupción –afirma Savater—sino en que la corrupción salga impune.” Confiemos en que nuestras autoridades cumplan con lo que les corresponde para impedir que el caso del líder de los petroleros y el del exgobernador tabasqueño pasen a la historia como meras anécdotas.
   En ratos se nos olvida que quienes detentan la función pública están allí porque nosotros los elegimos, y si elegimos mal, entonces continúan ahí  porque no hemos hecho lo conducente para cambiar el estado de cosas.  No es responsabilidad más que de nosotros mismos que las cosas no hayan cambiado hasta ahora, claro, apegados a derecho, sin alejarnos de lo que marca la ley.
   Con relación a la corrupción Savater es muy claro: “…en cuanto el ciudadano detecta mayores ventajas si actúa fuera de las leyes, la sociedad empieza a desmoronarse.” Es una sentencia que resulta muy familiar, y que  invita a una concienzuda reflexión.
   Ya para terminar: Nuestra nación está siendo sacudida por diversos fenómenos sociales entre los que destaca la violencia.  En  tanto nuestro propósito  como mexicanos sea el logro de la riqueza material, las cosas irán de mal en peor. A partir del momento cuando   decidamos apostarle al capital social como proyecto de nación, estaremos en camino de comenzar  el rescate a fondo de  nuestro amado México.

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