PROYECTO Y CAPITAL
SOCIAL
Comienzan
las campañas de frente a las elecciones del próximo 7 de julio, mismas que
decidirán un gobernador y otros cargos de elección popular en dieciocho
entidades federativas. Ya se percibe la
manera como los diversos partidos comienzan a mover sus piezas, apostándole al
triunfo electoral.
Cual suele suceder cada vez que se aproximan
elecciones, surgen recursos y funciones civiles que, originalmente creados para
otro fin, se hacen ahora más presentes que nunca, con miras a favorecer al
candidato de uno u otro partido. Muchas
cosas que no debieran suceder suceden, uno de tantos fenómenos que se repiten cada
período electoral en nuestro México.
Termino de leer un libro que me proporciona una
óptica particular frente al ejercicio ciudadano que viviremos: “Ética de
urgencia” del educador español Fernando Savater, (1ª edición, Ed. Ariel, 2012). Entre los temas que aborda en formato de entrevista
es muy claro lo que corresponde a democracia y participación ciudadana. Su primera puntualización al respecto es que,
puesto que somos una sociedad, los asuntos públicos competen a todos, debiendo
ser entonces todos quienes los gestionemos. En pocas palabras, no es válido
esconderse tras el escudo de la apatía política.
Y a partir de este punto podemos hacer una
reflexión como ciudadanos. El país
enfrenta dificultades económicas en diversos rubros, muchos de ellos de
primordial importancia. Por otra parte
vemos la forma como se destinan y agotan dineros públicos en otros menesteres, como los gastos de campaña asignados a cada
partido. Savater convoca a una
iniciativa apegada al sentido común, acorde con los tiempos de austeridad
comunes tanto para España como para México.
Si los alcances de la Internet son tales, que en Latinoamérica se
considera que para este 2013 el 40% de la población tiene acceso a ésta, ¿por
qué no diseñar campañas mediáticas y eliminar esos despilfarros millonarios destinados al pago de mítines políticos? ¿Por
qué manipular como acostumbramos, a las
clases económicamente menos favorecidas, para llenar estadios y plazas y
saturarlos con un alud de palabras que tantas veces no pasan del mero verbo?
Hasta ahora esta estrategia populista de
promesas de campaña ha sido un compás
más en la danza de intereses personales y partidistas que se lleva a cabo en
tiempo de elecciones. La iniciativa
privada participa; las asociaciones ciudadanas convocan; todos, grandes y
pequeños cierran filas en torno al
candidato, sin reparar en lo sólido que pueda
resultar su proyecto de gobierno. Se invierte en la persona del candidato, enfocados en recuperar la inversión con
réditos más delante.
En este escenario el proyecto de nación
queda una vez más como una quimera, una frase de ornato en los discursos populistas, una meta obligada en el dicho, pero que dista
mucho de hacerse realidad al momento de los
hechos.
En este tenor, no nos asombre ni nos incomode que una
institución que demostró ser nefasta durante el gobierno de Calderón ahora vaya a cambiar de nombre, con todo el gasto
que implica llevarlo a cabo. Ni nos
sorprenda que haya asignaturas pendientes que se van heredando de uno a otro
mandatario en los distintos niveles de gobierno, porque agotado el tiempo se
agota también el proyecto, sea cual fuere su valor o su avance. Y tampoco nos extrañe que queden impunes casos
groseros de corrupción como el de Romero Deschamps o de Andrés Granier, pues no
habiendo rendición de cuentas, “nadie supo, nadie sabrá”.
“El problema no está en que haya casos de
corrupción –afirma Savater—sino en que la corrupción salga impune.” Confiemos
en que nuestras autoridades cumplan con lo que les corresponde para impedir que
el caso del líder de los petroleros y el del exgobernador tabasqueño pasen a la
historia como meras anécdotas.
En ratos se nos olvida que quienes detentan
la función pública están allí porque nosotros los elegimos, y si elegimos mal,
entonces continúan ahí porque no hemos
hecho lo conducente para cambiar el estado de cosas. No es responsabilidad más que de nosotros
mismos que las cosas no hayan cambiado hasta ahora, claro, apegados a derecho,
sin alejarnos de lo que marca la ley.
Con relación a la corrupción Savater es muy
claro: “…en cuanto el ciudadano detecta mayores ventajas si actúa fuera de las
leyes, la sociedad empieza a desmoronarse.” Es una sentencia que resulta muy
familiar, y que invita a una concienzuda
reflexión.
Ya para terminar: Nuestra nación está siendo
sacudida por diversos fenómenos sociales entre los que destaca la
violencia. En tanto nuestro propósito como mexicanos sea el logro de la riqueza
material, las cosas irán de mal en peor. A partir del momento cuando decidamos apostarle al capital social como
proyecto de nación, estaremos en camino de comenzar el rescate a fondo de nuestro amado México.
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