domingo, 26 de mayo de 2013

Carta abierta al Presidente de México, Enrique Peña Nieto

Una carta que está siendo dada a conocer por un bloguero que lucha por la toma de conciencia con respecto a la Donación de Órganos. 

Señor Presidente:
Se me dificulta dirigirme a una persona por la cual no voté, porque en las pasadas elecciones no me convencieron ni su capacidad ni sus propuestas.
Pero siendo usted el presidente de mi País, creo que lo adecuado es dirigirme a usted.
señor presidente, el mío es un grito de auxilio.
Un grito que me nace desde lo más profundo del alma, y que se une al clamor de tantos, y tantos gritos como el mío.
Señor Enrique Peña Nieto:
México necesita desesperadamente una cultura de donación de órganos.
No existen programas de gobierno, ni recuerdo que hayan existido, que se dediquen a impulsar la donación de órganos en México.
¿Tiene usted idea, señor presidente, de cuántas vidas se pierden diariamente en las diferentes instituciones médicas de nuestro país?
Y de toda ésa enorme cifra de decesos, ¿sabe usted qué porcentaje extremadamente pequeño, es destinado a la donación de órganos?
No hay, señor presidente, capacitación en los hospitales, ni personal que se dedique exclusivamente a convencer a los familiares de alguien que murió o está punto de morir, de que su ser querido no tiene por qué morir en vano.
Da tristeza enterarnos de miles de vidas desperdiciadas.
¿Por qué los familiares de alguien que muere, no permiten que su pariente pueda continuar viviendo en otras personas?
¿Por qué en ese nosocomio no existe alguien con el suficiente tacto para convencerlos?
Es terrible, Licenciado Peña Nieto, tratar de "vivir" mientras vemos que la vida de alguien a quien amamos, se va extinguiendo.
Sería jactancioso decir que se vive, porque no se vive.
Se sobrevive.
Mi sobrino, señor presidente, tiene 15 años.
15 hermosos años.
Y su vida se truncará si no llega un nuevo corazón para él.
4 meses lleva mi sobrino radicando a unos pasos del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, en la Ciudad de México.
4 meses lleva su nombre, Raúl Herrera Chiw, en una lista de espera.
Pero éso no es todo, Licenciado.
Si mi sobrino llegara a correr con suerte, si encontraran un corazón para él, un corazón trasplantado no es un órgano que durará funcionando igual que un órgano normal.
Los médicos ya nos explicaron que aunque el trasplante fuera un éxito, dentro de 10, 12 o 15 años, mi sobrino requerirá nuevamente de un corazón.
No me imagino mi vida dentro de ése lapso de tiempo, señor Peña Nieto.
Pero sí puedo imaginarme las vidas de mi hermano, y mi cuñada.
Ellos han envejecido prematuramente.
Se han marchitado.
Se imagina lo que será vivir con la incertidumbre, a sabiendas de que quizá en 8 o 10 años volverá a repetirse ésta misma pesadilla de la que tanto quisieran despertar?
Yo sé, señor presidente, que quizá usted no entienda mis motivos para escribirle.
Créame que hace 2 años, yo tampoco los hubiera entendido.
Porque mi sobrino era un ser perfecto, lleno de salud y bendiciones.
Hasta que una bacteria llamada mycoplasma le arrebató las riendas de su vida.
Pero ésta es solo la historia de un muchachito originario de Nueva Rosita, Coahuila.
¿Cuántos muchachitos iguales hay en México, Licenciado Peña Nieto?
A una edad en la que deberían irradiar luz, ellos se extinguen.
Frágiles y tenues.
Tantas historias, tantas vidas, tantos planes truncados.
¿Por qué nuestro país no los apoya?
Son buenos muchachos, no son delincuentes.
Usted es abogado.
¿Dejaría usted que un inocente fuera condenado?
Porque eso son nuestros jóvenes, señor presidente.
Condenados a muerte en un país que les cierra las puertas.
En un país que permite que los mitos se apoderen de la población.
En un país en el que los propios médicos aconsejan a sus pacientes que quiten de su licencia de manejar el dato de que son donadores, porque sus vidas podrían peligrar.
Es triste, pero es real.
La gente tiene miedo.
Hay leyendas urbanas circulando, acerca de tráilers cargados de cadáveres a los que les fueron robados los órganos.
Yo las he escuchado, y quizá alguna vez las llegué a creer.
Por favor, señor presidente de la nación, Licenciado Enrique Peña Nieto.
Esta mexicana se lo implora.
Esta mujer que no votó por usted, y a la que le gustaría que con las acciones que usted emprenda, le hiciera ver su error.
Demuestreme con hechos esa capacidad en la que no confié para regalarle mi voto.
No espere, Licenciado, toda una vida, como yo esperé, para interesarse por la relevancia de la donación de órganos.
No espere a que la vida llame a su puerta, como yo esperé.
No espere a saber lo que se siente conformarse con sobrevivir, mientras un ser querido se va apagando.
Necesitamos campañas.
Programas.
Patrocinios.
Capacitación en cada Institución médica de nuestro país.
Ayúdenos, señor presidente.
Si usted no tiene el poder de hacerlo, ¿entonces quién?
Que México no les dé la espalda a estos mexicanos cuyos padres han cumplido con él, respetando la ley, pagando impuestos y contribuciones, votando, muchos de ellos, quizá por usted.
Éste es un grito de auxilio que de verdad me desgarra el alma.
Porque gritar es lo único que puedo hacer.
Yo no podría darle a mi sobrino ése corazón que necesita.
Y ruego porque usted nunca sepa lo que es sentir este dolor, esta rabia, esta impotencia.
Como le dije al principio de esta carta, yo no voté por usted.
No tiene usted ninguna obligación conmigo.
Pero sí con México y con estos mexicanos.
Ruego porque mi grito, aunado al clamor de tantos y tantos gritos como el mío, llegue hasta sus oídos.
Yo no voté por usted.
Le suplico Licenciado Enrique Peña Nieto, que me haga ver mi error.
Gracias y que Dios lo bendiga.
Tomada de: https://twitter.com/luzdemonterrey

1 comentario:

  1. dios te de fuerza esta persona no creoo te ayude puede pero no lo hara

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