domingo, 25 de agosto de 2013

"Sensibilizar" por Rosaura Barahona



Acabo de ir al cumpleaños de una queridísima amiga y admirada maestra. La invitación incluía un renglón que decía: “Festejemos compartiendo con quien lo necesita. El mejor regalo será un donativo a…” y aparecían dos opciones. Al llegar al desayuno, en la mesa de recepción había dos cajitas, una con el nombre de cada institución a la que se haría el donativo.

Me pareció maravilloso porque ni mi amiga, ni usted, ni yo necesitamos todos los regalos que nos envían o dan con tanto cariño las personas que nos quieren. Siempre los disfrutamos y nos alegran, pero qué mejor si podemos transferir esa alegría a alguien que sí lo necesita.

Otro amigo muy querido, cuya compañía ha sido muy importante en mi vida desde hace 55 años, tiene una sola hija. Fue muy esperada y maravillosamente recibida por sus padres y familiares. Fue hija única, pero nunca caprichosa, grosera ni maleducada. Hoy está casada y tiene tres hijos. Es una mujer joven guapa, inteligente, sencilla, trabajadora, sensible y muy solidaria.

Si bien todos traemos nuestra carga única de defectos y virtudes, a ella le ayudó muchísimo que cada cumpleaños, sus papás la festejaban entre niños diferentes a ella y a los de su círculo social. Por ejemplo, se iban a un orfelinato y llevaban pastel, refrescos y bolsitas para todos.

Ahí aprendió pronto que no todos los niños tenían padres que los amaran y los cuidaran como a ella. Aprendió que todos los niños quieren y piden cosas, pero que a algunos nunca les llegan. Aprendió que es muy difícil responder por qué suceden esas cosas y aprendió que a todos nos toca hacer algo, por pequeño que sea, a favor de los menos favorecidos.

Esas lecciones, fuera del colegio, fueron vitales y determinantes en su vida y, sin duda alguna, la ayudaron a ser un mejor ser humano.

Me acordé de esto ante el horror que me provocó el ver los rostros de los tres adolescentes que en Oklahoma, “por aburrimiento y porque queríamos ver qué se sentía contemplar a alguien mientras se moría “, mataron a un australiano, espléndido chico y excepcional beisbolista.

La escuela debe hacer mucho por educar a nuestros hijos y nietos. Pero no tanto como nosotros.

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