domingo, 8 de diciembre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

¿ÍDOLOS O HÉROES?
Sin lugar a dudas la muerte de Nelson Mandela representa una gran pérdida para la humanidad.  Su trayectoria estuvo marcada, en un inicio por  su lucha  como un joven rebelde que pugnaba por los derechos de los negros en Sudáfrica hasta que fue aprehendido,  y más delante por la fortaleza que demostró   a lo largo de los 27 años  de encarcelamiento, mientras en el exterior aquella figura de segregación racial denominada “Aparetheid” fue cediendo hasta colapsarse, como tantos otros sistemas sociales arbitrarios que ha habido sobre el planeta.
   Con toda seguridad a quienes vivimos el desarrollo de las luchas intestinas surgidas  a mediados del siglo pasado, tenemos una idea más precisa de quién fue un personaje como Mandela para el mundo, y hallamos que el Premio Nobel de la Paz que se le otorgó en 1994  constituyó el justo reconocimiento a una lucha incansable que llevó finalmente a los sudafricanos a la igualdad social.  Otros casos de luchas entre hermanos  por esas mismas épocas son la división de Alemania, o las luchas industriales en Irlanda del Norte.
   Sé que mi colaboración es una más de la infinidad de material de opinión que se generará  a partir de la muerte de Mandela.  Confiemos en que cuando haya pasado una semana o un mes, no lo hayamos desterrado de nuestra memoria, ocupados en desmenuzar nuevos titulares.
   Y lo digo por lo siguiente: Hoy en día, cuando la información da la vuelta al mundo en cuestión de minutos, fácilmente nos saturamos con tantos contenidos, hasta un momento cuando simplemente nos sentimos apabullados, y dejamos de clasificar, de jerarquizar, archivar o desechar información.  En este caos corremos el riesgo de permitir que escape aquello que finalmente deberíamos de haber conservado para la historia.
   Hoy llevé a cabo un pequeño ejercicio de investigación: Por Twitter seguí una nota informativa con relación al robo del camión con desechos radioactivos: Tomé el tiempo que transcurrió entre el momento cuando se publicó en México el primer tweet respecto al ingreso en un hospital de Pachuca de seis hombres con signos de daño por radioactividad, y el  momento cuando tres reconocidos rotativos en el otro lado del mundo reproducían esa  noticia.  Fue menos de una hora, muy corto período de tiempo tomando en cuenta que los rotativos europeos deben de verificar la nota antes de difundirla, pues va su prestigio en ello.  Eso nos da una idea de a qué velocidad corre la información por el mundo.
  A la par de la noticia de Mandela apareció un titular que tenía qué ver con Justin Bieber, quien esta vez  fue consignado por portación de estupefacientes.  Ello me dio la pauta para ejemplificar con toda claridad la abismal diferencia que hay entre un héroe y un ídolo.  Para los fines que nos ocupan, la RAE define  como “ídolo”  a  “una  persona o cosa amada o admirada con exaltación”. Por su parte wikipedia habla de “un objeto de culto que es adorado por la deidad, demonio o espíritu que representa”, concepto que, a mi parecer, clarifica más las ideas.  El escuincle Bieber con todas sus chiflazones, extravagancias, y delincuencias, encaja  muy bien en esta última acepción.
   Por su parte, según wikipedia,  un héroe es un personaje que encarna la quintaesencia de los rasgos clave valorados en su cultura de origen, lo que siento que va muy bien con Nelson Mandela, tomando como cultura de origen a la propia humanidad.  Habla de ejemplo, de sacrificio, y  de arriesgar la vida por causa del bienestar de otros.
   Ahora bien, a nosotros como receptores de noticias nos corresponde colocarnos por encima de las mismas, y utilizar un sentido crítico para formar nuestras propias concepciones de lo que pasa más allá del umbral de nuestra casa.  Mandela en definitiva es un personaje al cual podremos recordar como un ser humano excepcional, valiente, dueño de una gran fortaleza, que supo sobrellevar dolorosas pérdidas asumiéndolas como grandes lecciones, y que finalmente llegó a ser presidente de aquella nación que lo vio nacer en circunstancias por demás adversas por razón de su color.
   No permitamos que a la vuelta de tres o cinco días nos pase el entusiasmo por la vida y obra de Mandela; ilustremos a nuestros niños y jóvenes respecto a su integridad y a su lucha.  Vacunemos a las nuevas generaciones de esos exaltados ánimos por figuras que representan otras cosas que nada tienen qué ver con crecer  como personas o como sociedades, y que por desgracia tantas veces son sugeridos o impuestos cual ejemplos a seguir.  De ellos hay muchos que tienen qué ver con el poder, el dinero, o el hedonismo, tópicos que asumidos con apasionamiento, nos colocan muy cerca de la muerte.

   Descanse en paz Nelson Mandela, un gran héroe.

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