domingo, 15 de febrero de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


TERREMOTOS, VALENTINES Y ALGO MÁS

En abril de 1975 publiqué la primera colaboración periodística de mi vida cuyo tema fue la proyección de la película “Nana”, basada en la novela homónima de Émile Zola, con una trama erótica muy atrevida, tanto para 1880 cuando se lanzó la obra literaria en la efervescencia de un París que se preparaba a recibir el nuevo siglo, como cien años después conforme se han producido diversas adaptaciones cinematográficas.

Cuando esa primera columna no había yo cumplido los veinte, por lo que a esa edad la tarea de abordar un tema era algo que implicaba un gran trabajo sintáctico, después de haberme informado del tema en cuestión, pero sobre todo era un asunto que emprendía con singular pasión, y más por razón de que en esta primera ocasión sería publicado en uno de los dos periódicos laguneros de mayor circulación.

Fue con aquellos mismos ánimos encendidos que para febrero de 1976 publiqué una columna flamígera criticando el mercantilismo de la sociedad en torno al Día del Amor, justo cuando en otra parte del continente se vivía una singular tragedia. Diez días antes de la celebración había azotado a Guatemala un gran terremoto que dejó 23,000 muertos y alrededor de un millón de personas sin hogar. Mi descontento de esos momentos se debía a que la tragedia de nuestros hermanos guatemaltecos parecía haberse disuelto con la llegada de San Valentín, lo que me resultaba una actitud muy poco digna de nuestra parte.

En casi cuarenta años las cosas han cambiado poco. La festividad del 14 de febrero, como en 1976 sigue siendo motivo de importantes gastos familiares, y sin lugar a dudas una notable fuente de ingresos para el comercio formal e informal. En alguna medida a grandes y chicos atrapa aquella emoción por manifestar los afectos en un día específico del calendario, de modo tal que se hacen festejos desde las guarderías hasta los asilos de ancianos, y se intercambian flores, pastelitos, dulces, peluches y un montón de otros presentes alusivos a la ocasión.

Esta vez no es un terremoto en Guatemala lo que viene a contrastar con el festejo y el gasto tantas veces fuera de presupuesto, sino la situación que vive nuestro país y que cada día nos hunde en mayor incertidumbre, tanto social como económica, aunque el discurso oficial diga que cada vez estamos mejor, queriendo vender una idea de país que existe solo en el dicho de los políticos y en la imaginación de quien no está enterado de las noticias.

Un pastel sencillo de 200 pesos, o un arreglo floral cuyo costo oscila entre 300 hasta 1,000… Un peluche de entre 500 y 2,000 pesos se convierten en urgencias adquisitivas para la ocasión, aunque en poco tiempo, dependiendo del tamaño del mono y del estado de cosas del amor, posiblemente termine en un rincón, o esté de reventa en la “pulga” de alguna colonia popular.

Algo terrible que se repite en festividades como esta tiene que ver con la compra de especies vivas que al poco tiempo estorban y simplemente se tiran. Mis amigos de protección animal podrán contar una y cien historias de perros, gatos, patos, conejos o periquitos que corren una terrible suerte al poco tiempo después de haber sido obsequiados como si fueran objetos, algunos de estos relatos con finales de lo más trágico.

Pero, volviendo al punto: Ojalá hayamos festejado con moderación y sentido común, y que no estemos muy endeudados para más delante. El amor y la amistad son tópicos que aunque se celebren una vez al año, tienen su valor auténtico en ejercitarse de manera cotidiana, en el día a día, a través de las pequeñas donaciones, de los pequeños momentos que construyen una vida en común sólida y satisfactoria.

Ahora bien, con relación a la política y todo lo que ha venido conociéndose en cuanto a corrupción y mal manejo de recursos públicos, es buen momento para fijar nuestra postura para lo que serán las elecciones intermedias de junio 2015. Conozcamos a los candidatos no por lo que dicen, prometen o regalan (con nuestros dineros, por cierto), sino por la trayectoria personal y familiar que tienen; por lo que han hecho en los años previos; por la congruencia que ha tenido su vida pública. No esperemos que un individuo que actuó mal, así el sistema lo haya dejado impune, esta vez vaya a actuar de otra manera. La política se ha convertido en una actividad muy lucrativa en nuestro país, por lo que seguirán siendo muchos quienes se acerquen a ella buscando obtener un beneficio estrictamente personal, utilizando a la ciudadanía como tema clave de sus peroratas o simple trampolín, pero nada más.

No permitamos que la razón se ahogue antes de entrar al agua.

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