¡Pero mira que he tenido suerte de vivir en este siglo!
Cierto es que el mundo se tambalea, que la humanidad parece estar ausente y sólo destinada a conquistas egoístas, más pendientes del último artefacto de la tecnología que de lo que sucede a su alrededor con el prójimo.
Estamos sucumbiendo ante un mundo virtual, es cierto, quizá en sus redes nos sentimos atrapados en un mundo al que podemos decir si cuando todo en nosotros está diciendo no.
Estamos perdiendo esa maravillosa oportunidad de encontrar en unos ojos la sinceridad o falsedad de las palabras. Escribimos mal, entendemos peor, pero no importa, ya pocos queremos realmente entender qué es lo que está pasando.
Tengo suerte de vivir el ahora y el aquí, porque a pesar de todo, no ha faltado en cada época de mi vida gente valiosa a quién admirar, desde mis padres, mis hermanos, los amigos de cada etapa, mi esposo, mis hijos, la gente que conmigo colabora en las actividades diarias.
No he carecido de cariño, de protección, de apoyo, del consejo que consuela o que a veces me ubica y me regresa al punto del cual nunca debí partir.
He tenido suerte, ¡si que la he tenido! de amar y ser amada, de que me hagan sentirme útil y de ser auxiliada cuando me siento incapaz.
¡Qué suerte la mía que en medio del desierto siempre he encontrado la dicha de un oasis!, que no tengo que refugiarme en fantasías porque lo fantástico lo encuentro en el alma de los seres que desde siempre y hasta ahora han coincidido en tiempo y espacio conmigo.
¡Qué suerte saber que he tomado el camino por donde transita gente de fe, de buena voluntad, gente de bien!...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario