domingo, 16 de agosto de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DE CORRECAMINOS Y OTRAS COSAS
En días pasados tuve oportunidad de visitar Villa Unión, Coahuila dentro del programa estatal   de difusión de nuestro patrimonio. Bajo la guía del cronista municipal  Enrique Javier Mendoza, se visitaron los sitios más importantes de los dos antiguos fuertes del siglo dieciocho que finalmente se convirtieron en un solo municipio.  Los fuertes de Gigedo y de Rosales constituyeron en su momento un punto importante del Camino Real que recorría el territorio de Coahuila y de Texas, desde San Antonio de Béjar, para  continuarse al centro del país, y conformar una ruta por la cual se desplazaban peregrinos, mercancías y otros bienes.  Dentro de las muchas cosas que hay que ver en dicho municipio fuimos a  La Luz, un parque natural que se caracteriza por poseer varios ojos de agua que están activos a la fecha, y constituyen el inicio de un ecosistema regional muy rico.   No deja de asombrarme el modo como el hombre y la naturaleza conviven en el medio rural, hay gallinas en los portales de las casas, mismas que se asustan y corren  al percibir el ronroneo feroz del camión que nos transportaba, de igual manera, dentro del   ganado que pacía tranquilamente en las proximidades de la Presa Palmira, los becerros que estaban al lado de sus madres se asustaron sin saber hacia donde correr ante el ruido amenazador de la máquina.  Por un momento recordé el terrible episodio acontecido hace un par de semanas en Nuevo León, durante la inauguración del Estadio de los Rayados en la proximidad del Parque La Pastora,  cuando los atronadores ruidos artificiales sembraron pánico entre los animales del zoológico… Si estos becerros se asustaron hasta la taquicardia con el paso del camión, ¡cómo andarían aquellos  pobres animales sin poder alejarse de lo que habrán sentido como ruidos de muerte durante seis largos minutos!
Pero en fin, dentro de esa armonía tan original entre hombre, flora y fauna, me sorprendió la presencia de correcaminos próximos a los cuerpos de agua, y más me llamó la atención  su actitud parsimoniosa, caminaban, no corrían, cruzando los caminos de terracería para encaramarse a las ramas de alguno de los árboles cercanos.   La imagen tradicional del correcaminos que cruza tan veloz que apenas si  logra verse quedó totalmente anulada por la actitud de estos ejemplares  a tal grado confiados que ponen en entredicho la rapidez habitual de su especie.
Su figura esbelta y el copete que los caracteriza me hicieron recordar esas caricaturas del  coyote y el correcaminos, en las cuales invariablemente el cánido perseguiría al pájaro, para nuevamente de forma repetida, no conseguir capturarlo.  Se valdría de una y mil estrategias, idearía distintos planes, o adquiriría novedosos productos de la marca ACME  en su incesante afán de capturar al emplumado, sin jamás lograrlo.  Y lo recordé con dulzura,  evocando parte de mi infancia, pero sobre todo con especial nostalgia de  aquellos tiempos cuando el bien y el mal estaban claramente definidos, y no había mucho que discutir al respecto.  En las caricaturas, como en la vida real, el bueno era bueno, el malo era malo, y sabíamos de quién cuidarnos y a quién imitar y admirar.   Eran poco frecuentes los argumentos de la literatura infantil en los cuales el bien o el mal podían tener otra lectura, como sería el caso de Robin Hood o de Picaud en El Conde de Montecristo.   Los niños y jóvenes no encontrábamos entonces mayor conflicto en  asimilar una escala de valores que funcionaba en el día a día.
Los tiempos actuales son distintos, tenemos en Villa Unión correcaminos confiados que caminan orondos en vez de correr, y en la vida real descubrimos que los paradigmas son confusos, cambiantes, y el chico no consigue de manera fácil un marco de referencia, como tuvimos  nosotros en nuestros tiempos.  Digamos, el caso del padrastro de las Kardashian que se convirtió en mujer, y se ha puesto de moda, y escribe libros y tiene un programa televisivo… ¿Cuál es el mensaje para nuestros chavos que  viven su proceso de autodefinición secundaria como hombre o mujer? ¿Por qué  no se da también a conocer que el índice de suicidios entre personas transgénero que se operan es de los más elevados? ¿Por qué nadie parece estar cerca de nuestros chicos para orientarlos y acompañarlos durante su proceso hacia la adultez?

Los marcos de referencia son necesarios para una sociedad sana, porque en aquella en la que todo  se vale y está permitido, desaparece la figura del delito, resulta ocioso dictar leyes, improcedente acatarlas, y las cosas resultan muy complejas. Es más,  por esta vía nebulosa donde no existe un norte que indique el rumbo, nos encaminamos hacia la desintegración.

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