domingo, 17 de enero de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL CANTAR DEL MIO CHAPO
Difícil resulta, en un México mediático como el nuestro, sustraerse a la noticia de la captura del Chapo Guzmán y todo aquello que en poco más de una semana ha venido tejiéndose en torno a su vida, sus fugas, captura, y primera y segunda recaptura… Y así como en los Estados Unidos se agotó en la prestigiosa Neiman Marcus el vestido color yema de huevo portado por Michelle Obama en reciente presentación,  de igual manera se ha disparado la venta de una camisa azul con la que el narcotraficante aparece en una entrevista –por cierto de pésimo formato—encargada por Sean Penn, y de la que este último ahora se arrepiente…
   En fin, no voy a caer en lugares comunes de los que ahora desbordan todos los medios al hablar de Joaquín Guzmán Loera, sino más bien quiero enfocarme a esos aspectos sociológicos que derivan de su captura: Lo que más me llama la atención es la forma como todos contribuimos a hacer de este delincuente todo un personaje, como lo que en su momento fue Rodrigo Díaz de Vivar, mejor conocido como el Cid Campeador.  Ciertamente la obra clásica española del siglo 13  habla de un honorable caballero que ve su honra dañada, de modo que  se lanza a resarcir aquel honor mancillado.  Se trata de un caballero que finalmente se corona héroe, cuya figura inspira lo que se considera la primera obra narrativa escrita en lengua castellana.  Y para no quedarse atrás nuestro Chapo, en cuestión de una semana ya tiene romance, corrido,  y proyecto de libro y de película, aunque claro, en los actuales momentos estos dos últimos asuntos tendrán que esperar un poco para su realización.
  Se aprehende un individuo que se había fugado como pececito en dos ocasiones.   No hallo en lo personal el motivo para  celebrar como se hizo ante la TV, y menos para cantar el Himno Nacional, siendo que se daba cumplimiento a una causa pendiente con el pueblo.  El Chapo nunca debió haberse fugado de penales de alta seguridad, y reaprehenderlo corresponde al cumplimiento de una obligación, y punto.  Pero nuevamente se monta el escenario, irrumpen los aplausos, y nuestro primer mandatario asume esa  expresión corporal tan suya,  que siempre me recuerda las láminas de mi libro de catecismo, de pasta verde en papel revolución, que mostraban a Jesús cuando ascendió a los cielos, con los brazos abiertos y las palmas vueltas hacia arriba, y en el caso de nuestro mandatario como queriendo indicar “ese mero soy yo”.
   Luego de  la fiesta inicial desde Palacio Nacional y el alud de notas, noticias, e imágenes, comienzan a filtrarse en redes sociales datos que sugieren que una actriz mexicana y un actor norteamericano se habían entrevistado con el Chapo en fechas recientes, y aparecen imágenes, videos y parlamentos.  Rápidamente el gobierno federal vuelve las luminarias a este asunto y manifiesta su deseo de investigar a los personajes del cine para deslindar responsabilidades. Y a eso se sigue que si el romance, que si los mensajes de texto, que si los amores previos de Guzmán, que si comen o ayunan, que si hay un cisne negro entre las mascotas exóticas… Como quien se ha propuesto seguir lanzando comburentes a la fogata  con la firme intención de que  la lumbre noticiosa no se extinga.  Y a modo de cualquier telenovela en cadena nacional, se trata de ofrecer pan y circo, y si se acaba el pan que siga el circo, pero  el asunto es mantener la atención de todo un país atrapada en ese asunto del Chapo  y  los ánimos colectivos volcados en torno al  capo.  Y así como en la obra original del Cid Campeador se aparece el arcángel San Gabriel, en  la entrevista el Chapo agradece a Dios haberle permitido escapar con bien, hasta que, claro,  más delante  se le acabó su buena suerte, pero ahí no lo sabía todavía.  Y en este punto tenemos otros elementos, que si la llamada anónima, que si la inteligencia de nuestra policía, que si la DEA o la carabina de Ambrosio,  para seguir tejiendo la trama de nuestro antihéroe del que ya se exportan piñatas a los Estados Unidos, mismas que con seguridad los fans de Sean Penn, quien a estas alturas del partido se siente traicionado,  han de romper con singular entusiasmo.  Y en este mundo de asuntos al revés,   no se toma en cuenta para nada que la razón del narcotráfico en México obedece fundamentalmente a la elevada demanda por parte de los primos del norte.

   ¿Hasta cuándo vamos a bajarnos del tiovivo de la “información a modo” para comenzar a pensar por nosotros mismos?  Claro, el golpe de la caída duele, pero el país nos necesita  a todos enteros y de pie  para escribir su mejor obra.

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