domingo, 21 de agosto de 2016

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



¿Cómo colocarnos como mujeres ante los ojos del hombre para sentir que recibimos el trato justo, el merecido?

Hemos luchado por nuestra liberación, por la equidad de géneros, por gozar de los mismos derechos que el hombre en todos los ámbitos, personales y profesionales. Hemos demostrado de manera fehaciente que podemos competir e incluso superar al hombre en el campo que deseemos explorar.

Ni como negarlo, nos hemos superado y demostrado con creces que nuestro mal llamado "sexo débil" tiene una fortaleza insospechada anteriormente.

Pero seguimos sintiendo que no es suficiente,no nos sienta bien eso de ser consideradas como bobas princesas de cuento de hadas, aunque sigamos soñando con el príncipe azul.

Nos colocamos al nivel de ellos, ahora utilizamos el mismo lenguaje que se consideraba privativo de círculos de varones, y hacemos gala del vocabulario más soez con tal soltura que parece hubiéramos asistido a una academia para aprenderlo.

Entramos ya en las estadísticas del alcoholismo y con suerte no tardamos mucho en igualarlos,¡vamos por ello!! Igualdad, en todo, para todo, es nuestra meta.

Ya no hay definición clara de roles, ni actividades vetadas, las mujeres somos libres La caballerosidad va pasando de moda, pero tampoco nos importa mucho porque va en menoscabo de nuestra búsqueda de equidad.

¿Quién necesita que le abran la puerta del automóvil? Seres con fenotipo que denota sexo distinto, pero que actúan igual, naturaleza que marca diferencias, personalidades que tienden a no definirse de acuerdo a ellas.

Confundidas quizá de como manejar nuestra libertad, la ejercemos a veces con excesos y después no logramos entender por qué no se nos trata con ternura, por qué somos incomprendidas o no recibimos aquello que dentro de nosotros sigue pidiendo un corazón, que pese a toda evolución sigue latiendo al ritmo del romanticismo en su gran mayoría, y que hemos tratado de acallar sin llegar a ser capaces de lograrlo del todo.

Ser mujer no es solo cuestión de genética y la meta no debiera ser igualar al hombre, sino complementarlo y encontrar en ello la felicidad.

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