Cada vez hay más gimnasios para desarrollar un físico, no en aras de salud, sino de estética, cada vez estamos más preocupados por las dietas que por la lectura y no precisamente con fines de mejorar nuestro metabolismo. Nos afanamos tanto en nuestra apariencia física que llegamos a cifrar en ella toda anhelo, vernos y vestirnos bien,ser dignos de admiración, y ¿por qué no?, de envidia,también nos llena de orgullo.
Dejamos para después, a veces para nunca el alma, la desatendemos, se nos extravía y ni cuenta nos damos, estamos muy ocupados en que el envase, que es el que está a la vista sea vistoso, quizá conformes con ser elemento decorativo y nada más.
Hay que fortalecer el alma hay que ejercitar los valores, nutrir al espíritu. Hay que mirar hacia dentro y saber que el amor, la voluntad, la fe, son nuestro mayor atributo,
Para cuando aprendemos esto, y realmente le damos su justo valor, ya nos queda poco tiempo para poderlo vivir con plenitud, Quizá es ley de la vida, quizá son malas estrategias en la formación desde niños.
Será que estamos condenados a no descubrir lo valioso de esta vida, hasta que hayamos sido víctimas de nuestros errores en la concepción de la misma. Nos tardamos casi toda la vida para empezar a vivirla como se merecía.
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