domingo, 17 de diciembre de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Admiro a las personas que son capaces de ver más allá de lo que les permite la vista. No quedarse en la imagen y alcanzar a rebasar los límites de la retina, para descubrir lo que encierra esa figura que percibimos a través de nuestros ojos. Mirar con esos otros que logran descifrar los sentimientos más nobles, que son capaces de reconocer aún cuando esté escondida un alma buena a pesar de que las apariencias pudieran encubrirla.

Esa visión que solo es capaz de dar el amor al prójimo y que nos ofrece un panorama más amplio de las personas, haciéndonos posible apreciar cualidades que yacen ocultas, a veces voluntariamente como mecanismos de defensa, otras veces  condicionadas por un castigo que pareciera autoinflingirse ella misma, quizá para purgar sus culpas.

Es amando, con actitud humana y humilde, sin juicios hechos al vapor, como logramos encontrar en las personas lo que ellos mismos han perdido o luchan por rescatar. Es una experiencia gratificante ser partícipes en ese rescate, en poder ser un aliado, una mano que apoye a quien ha perdido el rumbo, pero que ha conservado en su alma la bondad, la ternura, reafirmar a quien se encuentre confundido, reconocerle sus capacidades y con ello lograr que lo haga él mismo. Dejar de guiarnos por las apariencias, descubrir la autenticidad de las personas y su valor real, más aun cuando hemos sido afortunados y no hemos sufrido el azote de las miserias de la vida, porque nos ha protegido por el afecto de quienes nos rodean y muchas veces salvados por ella de hundirnos en el dolor y la desolación. Hay quienes no han tenido tal fortuna y  naufragan víctimas de las tempestades, cuya lucha es solitaria e incomprendida, porque nadie se ha detenido a ver más allá de sus errores.

La vida nos sorprende con gente maravillosa, que a veces a primera vista no logramos descubrir por guiarnos tan solo por las apariencias. otras habremos dejado involucrarse en nuestra vida a quien no merecía estarlo, por la misma razón.

Las apariencias engañan es cierto, porque vivimos tan de prisa, que no hay mucho tiempo para interpretar más allá de lo que se aprecia a simple vista. Quien aprende a invertir tiempo en descifrar códigos más profundos de las personas, buscando su verdadera esencia, seguramente verá enriquecida su vida espiritual y un destino más certero tendrán sus sentimientos.

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