domingo, 4 de marzo de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Desperdiciar, siempre supe era pecado cuando de desperdiciar comida se trataba. Pero más allá de ello, el desperdicio no tiene cabida en nuestra vida. No se vale no aprovechar el tiempo, el amor, las destrezas, las capacidades, el intelecto, las bondades que este mundo nos brinda gratuitamente a diario. Esta vida no admite desperdicio y si lo hay, tarde que temprano lo habremos de lamentar. 

Sacar provecho máximo de este corto trayecto que recorremos a veces, menospreciando lo que después habremos de lamentar no poder recuperar, pero que en su momento no valoramos, porque lo teníamos tan a la mano, porque creíamos que no nos hacía falta o que siempre habría la posibilidad de conseguirlo, o porque ni siquiera nos dimos la oportunidad de encontrar en nuestro entorno lo verdaderamente necesario para que nuestra existencia tuviera el equilibrio emocional suficiente para descubrir la felicidad, llevados quizá por una falsa concepción de lo que es en esta vida triunfar.

Desperdiciamos la oportunidad que solo nos llega una vez para saber aquilatar la esencia vital que nos hará sentir con plenitud, con paz, con la convicción de que vivir era mucho más sencillo, que esa lucha incesante por tener y tener, para terminar con el alma vacía. Voluntario o involuntario el desperdicio siempre nos causará arrepentimiento.

La consigna: Intentar no tener que lamentar el desperdicio en nuestra vida, optimizar nuestros recursos vitales, espirituales, sentimentales, sacarle así el mejor provecho a esta única y maravillosa vida.

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