domingo, 11 de marzo de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Se dice que los 15 años es la edad de las ilusiones, y para una gran mayoría de nosotros seguramente lo es. Tejemos sueños, trazamos rutas en nuestra imaginación, nos trasladamos a un futuro y lo transformamos una y mil veces, en muy pocas ocasiones podremos advertir lo que el destino nos depara, algunas solo en parte seremos capaces de hacerlo.
     Las ilusiones siguen siendo aliciente de vida, que no se queda en los quince años.
     En la medida que tengamos la posibilidad de recrear en nuestra mente una ilusión que haga latir el corazón, hacernos posibles los sueños más inalcanzables, traernos a la vida aquello que tanto anhelamos, darnos alas y hacernos sentir capaces de tocar la luna. Darnos la fuerza para tolerar el sufrimiento y fortalecer con la esperanza nuestra alma, para no permitirle desfallecer, para hacerle sentir que puede suceder lo que parece imposible, y aunque no sucediera, darle un respiro, un compás de espera, una fuga transitoria, que nos permita afrontar la realidad, cualquiera que ésta sea.
     No se debe vivir de ilusiones, pero vivir sin ellas quizá nos convierta en seres que razonan demasiado el acontecer de la vida, y no permiten que el sentimiento de vez en cuando domine. El raciocinio extremo quizá impide el desarrollo de la sensibilidad espiritual que tanto engrandece al ser humano.
     Equilibrio mente-corazón, mantener las ilusiones toda la vida, sin perdernos en ellas, sin dejarlas morir, sin esperar magia. Ilusión, no ilusionismo, un estado de esperanza que a pesar de no tener fundamento puede llegar a ser realidad.
     A veces la fantasía rebasa la realidad, la vida puede sorprenderte gratamente, mantén la ilusión de que así sea, demasiada sensatez no es sinónimo de sabiduría. Dale espacio al amor, a la esperanza, con la fe siempre como guía. Que permanentemente florezcan en nuestro corazón ilusiones que den aroma de paz y felicidad a nuestras vidas.

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