Dócil, con la mansedumbre
de las hojas de otoño mientras caen.Cuando llega el tiempo
de mudar afanes y colores,
atender
los designios sagrados de natura,
gentil y dócil, frente al cambio.
No aferrarse a la rama,
no oponerse
a aquello que finalmente
ha de ser.
Calmo, como el agua quieta,
dejándose llevar por la corriente
río abajo, a su destino.
Caducar, morir, partir en equilibrio,
porque así está escrito,
porque así ha de ser
y nada más.
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