domingo, 18 de noviembre de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

NOSOTROS Y LOS OTROS
Dolia Estevez, reconocida periodista mexicana, sigue el juicio emprendido en contra de Joaquín El Chapo  Guzmán.   Dentro de su crónica  del proceso,  destaca el juego de palabras que utiliza el abogado de Guzmán, al llamarlo en corte ¨personaje mítico’.   Amén  del factor subliminal de estas palabras hacia el jurado, el calificativo de ‘mítico’ da pie a una reflexión  acerca de los elementos que descuellan en nuestra sociedad.   La capacidad de producir dinero es uno de ellos, tanto así que  nos  inclinamos por ignorar o justificar su origen, hasta convertir a ciertos personajes en héroes al estilo de Robin Hood.
     Me sorprendo sorprendiéndome (valga por favor, la redundancia), al descubrir que está por iniciar la cuarta temporada de una serie televisiva  acerca del narcotráfico. Me sorprendo sorprendida, porque eso mismo expresé  cuando estaba por comenzar la tercera temporada. Y si continúa, es porque genera una derrama económica, y si  genera una derrama económica, es porque tiene un público televidente que la compra.
     Dentro de los comentarios que he escuchado en temporadas anteriores, hay uno  que señala  que  así, ´’se aprende’ acerca del narcotráfico,  un fenómeno delincuencial que ha provocado daños tan graves a nuestro país, --acotación mía.
     En este milenio han surgido jóvenes escritores en particular en  el norte del país, que tratan  temas de la delincuencia organizada. Ejemplos de tal corriente son creadores como Carlos Velázquez, César Silva o Liliana Blum, por mencionar algunos.  Sus textos obedecen a una mirada  profunda y documentada, de modo que a pesar de su crudeza, brindan al lector un conocimiento   sustentado  del problema, que  da pie a un análisis crítico del asunto  planteado.  Por su parte el formato para televisión enfrenta dos problemas, el primero es que se presenta ante un público acostumbrado a recibir las cosas como le son entregadas, sin mayor análisis de  contenidos. En pocas palabras, si la ¨tele¨,  o en su caso, la Internet, dicen que las manzanas son azules, hay que creerlo y punto.  El receptor no tiene mayores elementos para hacer una lectura crítica de la serie, y termina asumiendo que las cosas son tal y como las presenta la producción de la obra.
     Regresando al asunto de El Chapo, el hecho de que un personaje multimillonario aporte recursos para obras benéficas, no lo convierte en santo.    Dentro de la delincuencia organizada no podemos editar la imagen para dejar fuera la cuota de sangre que  ha pagado la sociedad,  y quedarnos solo con ¨lo bonito¨ de la foto.  Lo hacemos así, quizá por falta de elementos de juicio para abarcar el escenario completo y no solo una parte, o tal vez obedezca a la perversa tolerancia en que hemos caído, acostumbrados como estamos a la violencia.
     Nosotros y los otros: Ni los políticos ni las fuerzas armadas están logrando contener lo que sucede allá afuera.  Se necesita un cambio de raíz, de corte científico. Con poner un policía en cada esquina nada se resuelve.  Todo eso que ocurre después del umbral de nuestra casa,  difícilmente  está a nuestro alcance modificar.  Lo que sí está en nuestra capacidad llevar a cabo, es administrar el impacto que los elementos de fuera tienen dentro del hogar.  Aún en el venturoso caso de que los padres opten por no ver la citada serie, resultaría poco menos que imposible que, con prohibir a los menores que la vean, ellos lo acaten.   Sería de más utilidad desarticular su interés, acercándose junto con ellos a  fuentes documentadas que expliquen los orígenes y alcances de la delincuencia organizada, como una forma de entender el fenómeno, sus causas e impacto social.
     Nosotros y los otros: Ahorremos energía.  Vamos a ocuparnos de ejercer acciones que generen resultados tangibles. El señalamiento y la quejumbre no llevan a nada.
     Frente a los hijos, más que sancionar y prohibir, vamos a dialogar, entender e informarnos.
   Actuemos convencidos de que el único camino para un cambio verdadero está en la educación.  Proceso  que inicia en las cuatro paredes del hogar, con el ejemplo.  
     Una de las grandes fallas de nuestras instituciones ha sido la falta de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.  No caigamos en lo mismo como jefes de familia.
     Nosotros y los otros: Dejemos de perder el tiempo en acusaciones ociosas y comencemos por revisarnos a nosotros mismos y todo aquello de nuestra competencia.  Más que héroes fantásticos con superpoderes de origen oscuro, nuestros hijos aspiran para su desarrollo, a  crecer bajo la sombra de robles firmes y seguros, y a contar con  la presencia real y constante de unos padres que les enseñen que, aun con el viento en contra, es posible sostener muy  en alto la cometa de nuestros sueños.

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