domingo, 25 de noviembre de 2018

CUADROS URBANOS por María del Carmen Maqueo Garza


LAS FLORES DEL MAL
Du vice maternel trainant l'hérédité
Et toutes les hideurs de la fécondité!
Charles Boudelaire.

Planeé pasar a saludar a una querida amiga que había sufrido un quebranto de salud. Para llevarle un ramo, acudí a una de varias florerías que desde hace años se ubican en una de las principales arterias de la ciudad. De las dos que quedaban contiguas frente al sitio donde me estacioné,  pensé en llegar a la segunda --más surtida-- sin embargo desde la parte exterior de la primera, una joven mujer me insistió en pasar a  ese local.  A sus pies se hallaba sentada una niña pequeña que debe estar dando sus primeros pasos, por lo pronto gateaba.  Finalmente acepté entrar a ese  local,   en cuya parte posterior  se hallaban  unas diez tinas de plástico  que un hombre  joven --tal vez esposo de la mujer-- se ocupaba de llenar con agua.  Supuse que estarían esperando el camión que trae la materia prima para sus arreglos florales. Tuve que caminar con precaución, pues  el suelo se hallaba  mojado y  resbaladizo.
     En compañía de la mujer pude seleccionar algunas blancas y amarillas para confeccionar un ramillete para mi amiga.  Tuve oportunidad de observarla mientras iba de acá para allá para tomar las flores, el follaje y el papel celofán para envolverlas. Su abdomen correspondía al de un avanzado estado de gestación.  Ya para retirarme no pude evitar recomendarle que tuviera mucho cuidado, porque fácilmente podía resbalar y precipitar su parto.  Su respuesta la  calificaría de  indiferente; el mensaje que capté fue algo así como;  "Si, ¿y luego?" Tal vez ella esté muy acostumbrada a caminar sobre suelo mojado, y con su actitud  me decía que no me preocupara, que no iba a pasar nada malo... No lo sé.
     Aún sorprendida por su manera de reaccionar ante mi recomendación,  pagué y me encaminé al exterior.  Fue en ese momento cuando regresó a mi esfera de percepción la pequeña niña del principio, seguía sentada en la banqueta, totalmente sola. Durante   ese tiempo, mientras su mamá vendía flores y su papá llenaba las tinas de agua, permaneció sola en la vía pública, a merced de tantos peligros.  A pesar de estar a pocos pasos de la cuneta, la pequeña no había intentado cruzar la avenida, tampoco había sido levantada por algún personaje turbio de esos que roban niños y ocupan titulares periodísticos.  Seguía allí, expuesta a todos  los riesgos reales e imaginarios que una madre  concibe, o que suponemos  puede concebir... Fue entonces que entendí la indiferencia de la joven mujer frente a su hijo nonato...
     Como dijera Boudelaire en su magistral fragmento intitulado ¨Correspondencias¨, que habla de  esa herencia que se viene arrastrando... A lo que yo agregaría que es herencia que difícilmente va a atender consejos, o a cambiar en el período de una vida... Por ello es mejor volverla poesía.

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