domingo, 6 de octubre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Si bien es cierto que uno debe quererse lo suficiente como para ser capaz de compartir cariño con los demás, también es verdad que gran parte de lo que forma nuestro arsenal sentimental es el amor que nos brindan los demás. 
El corazón es reservorio de ese amor, amor que es combustible que anima el alma, que mueve al cuerpo, que es inspiración de vida, elemental sustento espiritual. De los tipos de amor, aquel que proviene de los demás es el más preciado, el que nos hace sabernos necesarios, útiles, que nos incentiva a dar, a darnos a los demás. En ello encontramos tal satisfacción de ser aceptados, de saber que tenemos un lugar en la vida, en el corazón, en la mente de alguien más. Por otro lado,  nos da seguridad,, certeza de tener en este mundo una razón para existir,
Aceptarnos, amarnos a nosotros mismos, es fundamental, pero quizá no tan satisfactorio, como saber que se nos aprecia con cualidades y defectos, con errores y aciertos. Que es así tan solo por ser capaces de transmitir de forma auténtica nuestros más nobles sentimientos, sin egoísmos, sin hipocresías, sin que medie en ellos intereses mezquinos. Que ocurra con la sabia resolución de mantener los afectos, de evitar malentendidos y saber perdonar y pedir perdón, las menos veces posibles.
Amar a los demás como se ama a uno mismo, sabiendo que el amor propio es tan solo una plataforma para que nos reafirme y nos permita hacer de ese amor, el instrumento que nos abra las puertas de otros corazones, y nos permita sentir la maravillosa sensación de dar y recibir amor. Ello es, por naturaleza, la fuerza vital que nos mantiene el alma en una eterna primavera, a pesar de que la marcha del tiempo nos conduzca irremediablemente al otoño de nuestras vidas.

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