domingo, 5 de abril de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Sabemos que hemos errado, de pensamiento, palabra, obra y omisión. Confesarlo y aceptarlo no es suficiente, como tampoco basta pedir perdón. Hemos sido tan irreflexivos, nos hemos dejado llevar por patrones prefabricados que aceptamos sin mayor objeción, que tomamos como modelo de vida, sin siquiera detenernos a pensar, y menos a actuar a favor de lo que realmente debiera significar nuestra existencia en este hermoso planeta.

Sin consideración, hemos saqueado nuestra riqueza natural, hemos transformado al mundo y nos hemos jactado de hacerlo en aras del progreso, de la modernidad. Hemos llamado desarrollo al avance de la tecnología, a la industrialización, pero con tal anarquía, que hemos roto las más básicas reglas para mantener un equilibrio ecológico, sin reparo en la debacle ambiental.

Producir para consumir; convertidos en depredadores que nunca sacian su apetito por poseer, por tener más que lo necesario, convertidos en una sociedad consumista a la cual se le crean necesidades ficticias, y donde lo más intrascendente llega a ser indispensable.

Como marionetas a merced de las industrias, por un lado la alimentaria, que más que alimentar enferma, y que nos ha ido transformando en una población donde la obesidad y la diabetes son ya padecimientos endémicos. Por el otro la farmacéutica para la cual esto representa un jugoso negocio. Nos han adulterado alimentos, nos han llevado a consumir, a introducir a nuestro organismo, alimentos ricos en azúcares, grasas, condimentos, químicos que no alimentan, sino por el contrario, nos enferman o envenenan, y lo que es peor, lo hemos aceptado gustosamente, tan a ciegas que resulta imperdonable para unos y otros.

Hemos permitido que se nos contamine, el agua, el aire, el mundo todo, haciendo del cáncer nuestro inquilino habitual, sin tomar de una vez por todas conciencia de que ya es tiempo de hacer una pausa y recomenzar.

En este tiempo de adversidad, cuando la pandemia nos exhibe errores y debilidades. Ahora que tenemos una pausa involuntaria, forzosa,  dolorosamente necesaria, ojalá haya tiempo para reflexionar y no quede tan solo en eso, sino que el regreso a nuestras vidas sea de verdad una lección aprendida. Que no quede tan solo en mal recuerdo, como tantas calamidades  hemos pasado ya como humanidad, sino en una crisis que nos dio la oportunidad de dar un giro que nos direccione a una vida de verdadera evolución, en armonía con nuestros semejantes, con nuestro planeta, que a gritos pareciera pedirnos piedad.

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