domingo, 31 de mayo de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Así, sin más ni más, mi vida cambiaba su rumbo súbitamente. Lo que parecía oírse a lo lejos fue llegando hasta la intimidad de mi hogar, y aquello que como muchas cosas parecía ser una tragedia lejana, se convirtió en una amenaza y después en una espantosa realidad, que abarcaba increíblemente a todo el mundo,

La Tierra siguió girando, y sin embargo la humanidad entera se replegaba. El miedo, la incertidumbre causada por un microorganismo que no alcanzaba la categoría de ser vivo, nos provocaba una parálisis mundial en todos sentidos.

Planes, proyectos, rutinas, todo quedaba descartado, y ahora nos veíamos confinados a largo plazo en nuestras casas, De un día para otro, nuestra voluntad no dominaba nuestros actos, y tendríamos que seguir reglas para hacer frente a una calamidad, a la cual íbamos dimensionando a través de las noticias de los estragos que a su paso ocasionaba por todo el mundo,

Y así inmersos en un tsunami de emociones, toda la humanidad fuimos víctimas de un mismo enemigo. Fue entonces que nuestra vulnerabilidad se hizo tan patente, que los sentimientos más nobles emergieron igual que la enfermedad aquella, y si bien íbamos siendo afectados por un virus que menguaba nuestra salud, y que en muchas ocasiones causaba la muerte, nuestro espíritu se creció al castigo.

Fuimos capaces de demostrar los más nobles sentimientos. Se rompieron las fronteras de las razas, de las creencias, y hubo una sola humanidad que tendía puentes de amor, sin egoísmos, sin discriminaciones, sin otro propósito que fortalecer la voluntad unos a otros.

Hubo mucho que lamentar ciertamente, pero desde entonces el mundo entero se volvió uno solo, la humanidad cobró otra dimensión, donde la generosidad, el servicio a los demás. el amor, habían surgido para no extinguirse nunca más.

Una enfermedad viral, había logrado hacer surgir en los seres humanos la longanimidad, contagiarla. Renacía la humanidad a una nueva era, donde el ser adquiría predominancia sobre el tener.

El virus perverso, había dejado más que incertidumbre, miedo, enfermedad, hambre y muerte; nos había conducido a una resurrección de las virtudes que todo ser humano es capaz de desarrollar, y que ahora afloraban para que su permanencia nos fortaleciera a través de la benignidad, la clemencia, la generosidad,

La longanimidad nos permitió esta convivencia equilibrada y pacífica entre nosotros mismos, los humanos, y con la naturaleza, somos una nueva era, la era DC.

Después del coronavirus (DC), ya nada fue igual, gracias Dios por dejarme ser testigo de ello.

UTOPIA

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