Poesía como bruma suspendida en la mañana que apenas se despierta.
La que llevan y traen los trinos tempraneros de las aves, para anunciar el nuevo día.
Lenguaje del amor; verbo urgente que acompasa mis penas. Es ella, espejo
del otro lado del llanto, donde danzan los espectros de mis viejos dolores.
Poesía amiga. Por ella sé que no estoy sola.
Fluye en mis venas como golpe vital que me lleva a seguir adelante
cada día.
Por ella descubro el milagro de ser parte del cosmos. No estoy sola.
Soy una con el resto del mundo. Una con su dolor primigenio.
Una con cada prodigio que me invita a descubrir.
Ella, poesía que he vuelto propia:
me vuelve caminante
de un sendero
que no habrá de terminar
ni con la muerte.
de un sendero
que no habrá de terminar
ni con la muerte.
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