domingo, 15 de noviembre de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Como médico, es entendible que tenga particular empatía con aquellos colegas que están en el frente de esta desigual batalla contra el coronavirus. En mi situación privilegiada, de ver --como se dice--, los toros desde la barrera, pero poder sentir casi en carne propia lo que un médico debe estar sintiendo al estar obligado moralmente y por vocación a dar asistencia profesional a los enfermos.

Debe ser una amalgama de sensaciones, entre el estrés que provoca el miedo, por un lado el de enfermarse uno mismo, y el de tener enfrente a un enemigo que ha dado muestras de poder agresivo y letal, el espíritu de servicio que se antepone a éste, la caridad y calidad humanas que nos invade ante estas situaciones de dolor humano y alimenta la voluntad de luchar sin tregua , con responsabilidad y sobre todo con amor al prójimo.
La misma empatía hacia ellos, me provoca angustia al no tener en la sociedad la respuesta que creo yo debiera ser la adecuada en reciprocidad a esta actitud de los profesionales de la salud.
A diario me entero de fallecimientos de médicos extraordinarios, reconocidos por su ética y humanismo, y a diario también soy testigo de como mucha gente en una actitud indolente, parece no entender que no es echándole la culpa a las autoridades, a las carencias, a la negligencia médica, que vamos a lograr abatir las cifras exorbitantes de enfermos y fallecidos, No se logra hacer conciencia, de que debemos privarnos de socializar sin tomar las medidas pertinentes y acordes a la situación de cada lugar. No queremos renunciar a una fiesta, nos dejamos llevar por el sentimentalismo y no entendemos que si nosotros nos sentimos aislados, privados de nuestra libertad de divertirnos, de tener una vida "normal" somos los menos afectados.
Si, es cierto, hemos perdido derechos, pero más que eso hemos perdido a muchos seres queridos, y ni así, ni viendo la tempestad nos hincamos.
Si continuamos con esta irresponsabilidad infantil, y creo que la nombro inadecuadamente, porque a veces los niños nos dan cátedra de lo que es ser responsables, deberemos sentirnos cómplices de este virus malévolo, sobre todo cuando actuamos con una insensatez deliberada, que no tiene ninguna justificación y sí consecuencias fatales.
De nada servirá que se cuente con dinero suficiente para una atención de primera, o que el sector salud siga con esfuerzos sobrehumanos para abastecer de recursos materiales, si no hay recursos humanos que den asistencia. Ni una cama, ni un ventilador, ni los mejores medicamentos, podrán dar autoservicio,
No hay mejor toque de queda, que la conciencia. Es hora de que echemos a andar esta parte fundamental de nuestro ser, para que en conjunto, integrándonos como sociedad y no como entes individuales y egoístas, nos hagamos cargo todos de todos.
No más insensatez, no más "valemadrismo" y perdón por la palabra, pero es apenas la suficiente para etiquetar comportamientos carentes totalmente de humanismo, de solidaridad, de sentido humano.
Mi admiración, respeto y reconocimiento a todos mis compañeros médicos, y mi más sentido pésame a las familias de tantos que, en aras de cumplir con su deber, han perdido la vida.

1 comentario:

  1. Gracias amiga por tus palabras. Das voz a sentimientos acumulados. A tristezas y vacíos profundos... A frustración constante. Pero también das luz de esperanza y guía para continuar lo que de vocación elegimos: el servicio.

    ResponderBorrar